“¡No te olvides de los pobres!”. Con las palabras del fallecido cardenal Hummes a un Jorge Mario Begoglio en la Capilla Sixtina inmediatamente después de ser elegido Papa, el cardenal Christophe Pierre arrancó su ponencia en el IX Diplomado sobre Doctrina Social de la Iglesia que se celebra en Nueva York hasta el 27 de julio. Esta actividad formativa que acoge la Saint John’s University de los padre paúles, está organizada por la Academia de Líderes Católicos y cuenta con la colaboración de la revista ‘Vida Nueva’.
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El nuncio vaticano en Estados Unidos defendió que “la pobreza está en el centro de la evangelización, no es un extra opcional, sino esencial en el cristiano”. Es más, llegó a asegurar que “ser una Iglesia pobre y para los pobres es necesario para hacer presente a Cristo plenamente en el mundo, si queremos tener éxito alguno en la evangelización”. “Cristo vive en los pobres y en los últimos”, aseveró.
Patrimonio de magisterio
“¿Cómo podemos ser una Iglesia pobre y para los pobres?”, preguntó el diplomático francés a los 125 participantes de 22 países que le escuchaban. Para responder, Pierre se remitió al pontificado de Francisco, especialmente en su apuesta por crear la Jornada Mundial de los Pobres en 2017. “Cada uno de los mensajes de estas jornadas son tan desafiantes como fundamentales para el Evangelio”, defendió el nuncio, que expuso que son “todo un patrimonio de magisterio”.
Entre las principales amenazas para romper con la dinámica del empobrecimiento, el diplomático puso en primer plano la guerra, el cambio climático y la polarización: “Cuanto más se atrincheren los políticos en posiciones inamovibles, menos probables que los cambios en las leyes satisfagan a tiempo real los problemas de quienes sufren la pobreza”.
Con el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en estos días en Indianápolis donde estuvo presente, Pierre dejó caer que “la eucaristía no es solo algo que hay que mirar desde fuera, ser uno con los pobres es entrar dentro del misterio eucarístico”.
Contra la inequidad
A la luz de la vinculación de la lucha contra la pobreza, la Doctrina Social y el liderazgo político, alertó de que, “cuando caemos en la ideología, nos olvidamos de que Cristo se encarna en la realidad”. Desde ahí, explicó que “algunos han acusado del papa Francisco de oponerse a las economías de libre mercado, cuando en realidad se ha opuesto a las economías de la exclusión y de inequidad que matan”.
En su alocución, hizo referencia a otras denuncias constantes de Francisco, como la cultura del descarte o la globalización de la indiferencia. “Los pobres no se pueden tratar como otra categoría de la pastoral”, apuntó, convencido de que ser “una Iglesia pobre y para los pobres” implica ser “condiscípulos de los pobres”. “Solo saliendo de nuestros círculos cerrados, podremos descubrir a los pobres e incluirlos en la vida eclesial”, concluyó.