El Observatorio de lo Invisible se muda a Valladolid. Esta escuela de verano sobre arte y espiritualidad organizada por la Fundación Vía del Arte da el salto en su cuarta edición del monasterio extremeño de Guadalupe hasta el vallisoletano monasterio de la Santa Espina, en Valladolid. Se celebrará entre los días 22 y 28 de julio. Con más de 200 solicitudes, solo han podido admitir a 129 alumnos, que es el cupo disponible acorde con las las instalaciones. Más de la mitad de los participantes son menores de 30 años.
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“El Observatorio en sí mismo es una incógnita porque a través del aire y en pocos días se genera una comunidad en torno a Dios”, explica el escultor Javier Viver, coordinador de esta iniciativa y presidente de la fundación. “Hay gente que viene desde el agnosticismo, personas de otras religiones y cristianos, porque buscamos un diálogo con gente muy diversa”, subraya Viver sobre los participantes.
Referentes para la actualidad
“Abordaremos textos lo mismo de Love de Vega que de sor Juana Inés de la Cruz sobre su fe y como vivieron su religiosidad desde la libertad que les llevó incluso a la Inquisición”, apunta la dramaturga Pepa Pedroche, una de las docentes de esta escuela de verano. “Con esos textos de siempre, queremos afrontar y traer al presente cómo abordar la el mundo de hoy”, explica.
El compositor Miguel Álvarez-Fernández, encargado del taller del arte sonoro, pone en valor el papel que jugará la poesía experimental como la música en su espacio de trabajo. “Este desbordamiento interdisciplinar acerca algunas vivencias espirituales y genera un aprendizaje desde la escucha y la empatía”, plantea, valorando especialmente el perfil variado de los participantes en este encuentro.
Puerta a la interioridad
Después de tres años al frente del taller de música, Ignacio Yepes, patrono de la fundación y compositor, remarca como “todas esas personas que se acercan al observatorio buscan acercarse a Dios a través de un lenguaje universal que rompe barreras, que tiene un poder curativo”. “El arte es la puerta a la naturaleza espiritual del hombre, más allá de los juicios y los miedos, que son lo contrario al arte”, defendió el creador. “No es un curso de aprendizaje como tal, sino un encuentro. No solo han sido encuentros ricos, sino que han sido semillas para otros proyectos que han buscado diferentes cauces de desarrollo”, reflexionó.