“Buscando asegurar un número suficiente y una formación de calidad, se me aconsejó unir el Seminario al Teologado de Ávila, situado en Salamanca, contando con el compromiso de varios obispos de establecer en esa misma ciudad un Seminario Interdiocesano en un futuro inmediato”. Con estas palabras dio ayer a conocer la noticia del traslado de los futuros sacerdotes el obispo de Astorga, Jesús Fernández.
El prelado es el último en enviar a sus seminaristas al Teologado de Ávila, que ya contaba con los estudiantes de Salamanca, Mérida-Badajoz, Zamora, Segovia, Ávila, Palencia, Ciudad Rodrigo y Plasencia. Por tanto, este futurible seminario interdiocesano agrupa a un total de nueve diócesis, aunque puntualmente otros obispos envían allí a sus futuros sacerdotes.
Los seminarios interdiocesanos no son una ‘rara avis’ en España, puesto que Cataluña cuenta con uno formado por todas las diócesis pertenecientes a la provincia eclesiástica de Tarragona: la propia Tarragona, Vic, Urgell, Solsona, Tortosa, Lleida y Girona.
En un tuit, Fernández aclaraba que “nuestro Seminario Mayor no se cierra, pero se traslada a Salamanca. Lamentarse no basta, oremos, forjemos una cultura vocacional y creemos contextos donde resuene la llamada de Dios”. Unas palabras que ha ampliado en una carta, publicada en el semanario diocesano, que lleva por título ‘Los seminarios: comunidades misioneras’.
En la misiva, el prelado desvela que la Conferencia Episcopal trabaja en un plan nacional que establece un número mínimo de ocho estudiantes en cada uno de los cuatro niveles formativos. Detalle tras el que hace solo un mes Madrid y Alcalá de Henares anunciaban la fusión de sus seminarios, y Mondoñedo-Ferrol, Vigo y Santiago informaran de que formarían un seminario interdiocesano.
Tras comentar la visita canónica encargada por el Dicasterio para el Clero a los seminarios españoles en 2023 y la posterior convocatoria inédita del Papa a todos los obispos en bloque, detalla que al final de la reunión de trabajo se les entregó un documento que señalaba los distintos criterios para la actualización de la formación y algunos plazos para su adaptación a la realidad nacional.
“A través de la encuesta que nos ha planteado el referente papal, Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, estamos comprobando que el mayor escoyo para la implementación del plan está siendo el de la unión de varias comunidades formativas que por sí solas no alcanzan los números de referencia: un mínimo de ocho seminaristas en cada uno de los niveles formativos”, explica.
Fernández justifica, en su carta, que la escasez en el número de seminaristas es conocida por todos los diocesanos; de hecho, solo hay tres seminaristas actualmente y uno de ellos será ordenado en septiembre, por lo que quedarán solo dos. Sin embargo, “no sé si es tenido suficientemente en cuenta el peso de la situación”.
Asimismo, recalca que se trata de una decisión colegiada. “En distintas reuniones sacerdotales, a lo largo del curso que termina, he presentado los criterios que se nos proponen y las medidas a tomar para cumplirlos. Y el pasado 5 de junio, planteé al Consejo Presbiteral la pregunta sobre la incorporación de la comunidad de nuestro Seminario, deficitaria en número, a otra”, insiste.
Más allá de los números, el obispo considera “más importante, si cabe, la cuestión de la formación que se imparte en los seminarios. Con el fin de mejorarla, en 2016, el Dicasterio para el Clero publicó la ‘Ratio Fundamentalis Institucionis Sacerdotalis'”, indica. Sin embargo, para Fernández, esta “no ha logrado en España el nivel de implementación deseado por Francisco”.
Sobre el sentimiento de pertenencia a la diócesis de los seminaristas, Fernández no muestra temor alguno. “Con el fin de fortalecer el conocimiento y el amor a nuestra diócesis, salvo puntuales excepciones, los fines de semana regresarán a nuestra tierra para complementar la formación, especialmente en la dimensión pastoral”, recalca.
El obispo concluye su carta deseando que este anuncio “no nos encierre en un fácil lamento, sino que hagamos de él una lectura creyente que nos permita descubrir la raíz del problema y contribuya a concienciarnos de la urgencia de intensificar la pastoral juvenil y vocacional”.