“La aceptación de la honestidad personal, los intereses compartidos, la educación y el respeto por quienes piensan diferente deben ser un camino ético dispuesto a recorrer. Como lo es la justicia social, que está en el ADN del cristianismo: no se puede ser cristiano sin aceptar este postulado”. Así lo ha expresado el arzobispo de Santiago Compostela, Francisco José Prieto, en el día del patrón de España.
Durante su homilía en la catedral de Santiago, el prelado ha recordado que, en el origen de la civilización europea, esta Europa del Camino de Santiago, se encuentra el cristianismo, sin el que los valores occidentales de la dignidad, libertad, justicia y fraternidad resultan incomprensibles”.
Según Prieto, “nuestra época está dominada por la crisis: la crisis económica, que ha marcado el último decenio; la crisis de la familia y de los modelos sociales consolidados; la crisis de las instituciones y la dura crisis de los migrantes: tantas crisis, que muestran el miedo y la profunda desorientación del hombre contemporáneo”.
A pesar de todo, “decir ‘crisis’ no tiene por sí mismo una connotación negativa. No se refiere solamente a un mal momento que hay que superar. Nuestro tiempo es un tiempo de discernimiento, que nos invita a valorar y construir desde lo esencial; es, por lo tanto, un tiempo de desafíos y de oportunidades”, ha agregado.
El arzobispo ha insistido en que “encontraremos de nuevo esperanza cada vez que pongamos al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones”.
Asimismo, ha añadido: “Encontraremos de nuevo la esperanza en la solidaridad, que comporta la conciencia de formar parte de un solo cuerpo, y al mismo tiempo implica la capacidad que cada uno de los miembros tiene para simpatizar con el otro y con el todo”.
“Tenemos un patrimonio moral y espiritual que merece ser propuesto una vez más con pasión y renovada vitalidad, y que es el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo”, ha puntualizado.
También ha mantenido que “encontraremos la esperanza cuando invirtamos en un desarrollo que abarque a todo el ser humano: la dignidad de su trabajo, condiciones de vida adecuadas, la posibilidad de acceder a la enseñanza y a los necesarios cuidados médicos”.
En este mismo sentido, ha aseverado: “Encontramos esperanza cuando se abre al futuro a nuestros jóvenes, cuando se cuida a la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad. Cuando respeta la conciencia y los ideales de los ciudadanos. Cuando se defienden toda vida y todas las vidas, con toda su sacralidad”.
El prelado ha acabado su sermón encomendando a la intercesión del Apóstol Santiago a todos los pueblos de España, especialmente a los gallegos. “Recordemos, como un llamado a nuestra conciencia y responsabilidad, a las víctimas de toda violencia e injusticia”, ha recalcado.
Además, ha expresado su tristeza y consternación por el hundimiento mortal del pesquero Argos Georgia en aguas de las Malvinas.
Por último, “por intercesión del Santo Apóstol Santiago, pido al Señor que bendiga al Rey Felipe VI en el décimo aniversario de su proclamación, y a toda la Familia Real”. “Que nuevamente desde Santiago renazca la esperanza que nunca decae y que siempre nos sostiene”, ha subrayado.
En esta ocasión, el delegado regio fue el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices, en representación del pueblo español, quien renovó la tradicional ofrenda al Apóstol, dando continuidad a esta tradición, instaurada por Felipe IV en 1643.
Concelebraron con Prieto, el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; José Rodríguez Carballo, arzobispo de Mérida-Badajoz; Julián Barrio, arzobispo emérito de Santiago de Compostela; el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo; el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco; el titular de la Diócesis de Ourense, José Leonardo Lemos; el obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos; el obispo de Tui-Vigo, Antonio Valín; el de Astorga, Jesús Fernández; el obispo emérito de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza; y el actual administrador diocesano de Hawassa (Etiopía), Juan González Núñez.