Para el sacerdote mexicano David Jasso, los Juegos Olímpicos de París pueden ser una oportunidad para que “el deporte sea para todos y llegue a todos, especialmente a los más pobres y marginados”. Así lo comparte con ‘Vida Nueva’, uno de los presbíteros de referencia en el ámbito deportivo en habla hispana. No en vano, antes de ser ordenado, fue directivo de futbol en el Club Rayados de Monterrey. Actualmente Jasso es secretario técnico en la Conferencia del Episcopado Mexicano.
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“Que la esencia del deporte durante estos Juegos Olímpicos 2024, nos enseñe a relacionarnos y a trabajar en equipo, priorizando el bien común por sobre el propio, sin que nos olvidemos de sudar la camiseta de la vida, que es la cancha que Dios nos da para ser campeones, agradeciendo el pan y el partido de cada día”, expone Jasso.
Acabar con las desigualdades
Más allá de la espectacularidad y las aristas económicas de la cita olímpica, el sacerdote mexicano aprecia que “el deporte constituye un verdadero fenómeno social que no distingue raza, sexo, religión, ideología, edad ni nacionalidad”. Es más, pone en valor la capacidad que tiene como promover la inclusión y acabar con las desigualdades.
En este misma línea, pone en valor como se trata de un “lenguaje universal” que en el caso de París busca traducirse en unos Juegos “más responsables, inclusivos, igualitarios y espectaculares”, tal y como refleja el lema ‘Ouvrons grand les Jeux’ –‘Abramos los Juegos de par en par’.
Trasfondo sinodal
Jasso se detiene de la misma manera en los mascotas de esta convocatoria, a las que les acompaña la frase “Solos vamos más rápidos, pero juntos llegaremos más lejos”, Esta referencia de fondo le lleva al sacerdote a redescubrir en ellas el espíritu de la sinodalidad, esto es, “una invitación a caminar juntos” que se hace posible “respetando la participación de todos, viviendo la cooperación, experimentando la amistad, el sentido de pertenencia a un grupo, la competitividad, el trabajo en equipo, la expresión de sentimientos, la responsabilidad social, la convivencia, la lucha por la igualdad, el compañerismo, la justicia y la preocupación por los demás”.
A la par, destaca otros valores como “el desarrollo personal de la habilidad, la creatividad, la diversión, la deportividad y el juego limpio y honesto”. “Espero que reine el ‘espíritu olímpico’, con el que los atletas reconocen al competidor como su adversario y no como su enemigo, porque sin él o ella, no sería posible alcanzar la victoria”, desea con la vista puesta en las competiciones.
