En 2021 Jeffrey Burrill tuvo que dimitir al filtrarse que tenía un perfil en la red social
Cuando Jeffrey Burrill comenzó a usar la aplicación de citas gay Grindr en 2017, no había ninguna indicación de que sus datos quedarían expuestos. De haberla habido, dice, no la habría usado. Sin embargo, sus datos personales se filtraron y el pasado 18 de julio el ex secretario de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) interponía una denuncia contra la aplicación en la Corte Superior de California.
Tal como recoge The Whasington Post, una web informó en 2021 que Burrill había estado usando Grindr: una noticia por la que terminó presentando su renuncia. Según el prelado, Grindr no protegió sus datos ni le informó de que otros podrían acceder a ellos, por lo que esto hizo que su reputación sufriera “daños significativos” y que la USCCB le pidiera que renunciara por las acusaciones de su “comportamiento inapropiado”.
Una portavoz de Grindr dijo en un comunicado a The Washington Post que la compañía “tiene la intención de responder vigorosamente a estas acusaciones, que se basan en caracterizaciones erróneas de prácticas relacionadas con los datos de los usuarios”. En su demanda, Burrill señala que Grindr vendió su información personal entre 2017 y 2021 a empresas y vendedores de datos.
Asimismo, la demanda de Burrill alegó que The Pillar recibió su información de la Catholic Laity and Clergy for Renewal (CLCR), una organización sin fines de lucro con sede en Denver que, según sus registros fiscales, tiene como objetivo “capacitar a la Iglesia para llevar a cabo su misión” proporcionando a los obispos “recursos basados en evidencia” con los que identificar debilidades en la formación de sacerdotes.
En junio de 2022, el obispo de Burrill, William Callahan, le nombró administrador parroquial de una parroquia en La Crosse, Wisconsin. Pero Burrill aún está “tratando de recuperar su vida” después de sufrir “vergüenza y humillación”.
El mes pasado, uno de los abogados del prelado pidió a Grindr que compensara a Burrill con 5 millones de dólares. Cuando Grindr se negó, Burrill presentó su demanda, solicitando daños y una orden que impediría que la aplicación divulgue los datos de los usuarios sin previo aviso.