La Dimensión Episcopal para la Pastoral de la Movilidad Humana (DEPMH) denunció que la República Mexicana, por su situación geográfica y los altos índices de pobreza y violencia, se ha convertido en lugar de tránsito, origen y destino de trata de personas.
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En un mensaje con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas, el obispo de Ciudad Juárez y responsable de esa dimensión, José Guadalupe Torres Campos, llamó a acabar con la impunidad que favorece este delito: “merecemos un país donde los únicos lazos sean los de la unidad, la confianza, la seguridad, la hospitalidad y la paz”.
La DEPMH urgió a visibilizar este delito, además de “manifestar solidaridad con las víctimas, unir esfuerzos en la prevención, y comprometernos por una vida libre de trata, justa y digna para todas y todos”.
Aseguró que incluso son familias y comunidades completas las que están siendo vulneradas, privadas de su libertad, secuestradas, sometidas a condiciones de esclavitud por grupos criminales.
Este tipo de situaciones -apuntó- ocurren con mayor énfasis en las fronteras “sin que escape ningún punto de las rutas de la movilidad humana del país”.
Leyes convertidas en piedras de sepulcro
La DEPMH explicó que la trata de personas se ve favorecida por la inoperancia de marcos legales y políticas migratorias represivas y de contención, “que resultan ser enormes piedras de sepulcro que vulneran la vida, dejando desprotegidos de todos sus derechos a nuestras hermanas y hermanos”.
Es por ello -continuó- que la mayoría de las víctimas de trata se salven casi solas, “con sus cuerpos descompuestos salen de la tumba que las sometía, avanzando con dificultad”.
En este contexto, la dimensión episcopal recordó que “Dios camina en su pueblo y nos exhorta a deshacer prejuicios, miedos, estructuras y redes criminales, que impiden una migración segura y ordenada, una elección libre para migrar o quedarse, un mundo sin fronteras y una vida libre de trata”.
Urge formar redes de información
Finalmente, la DEPMH hizo un llamado a reconocer a las víctimas y detectar los lugares y las nuevas formas de explotación:
“Compartamos información oportuna para evitar cualquier tipo de enganche y prevenir el delito, pronunciémonos por la aplicación de políticas migratorias basadas en el respeto de los derechos humanos”.
También pidió exigir, como sociedad, programas de desarrollo social y comunitario que fomenten la dignidad, la identidad, “y lo valioso de toda persona, sin importar su origen y su estatus migratorio; exijamos que se penalice y sancione todo tipo de violencia de manera efectiva garantizando la reparación del daño, denunciemos la barbarie; basta de impunidad”.