El sacerdote mendocino sostuvo que el ‘Ordo viduarum’ puede ser una respuesta a esta búsqueda de la mujer en la Iglesia
En el día de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, y memoria de santa Emma de Gurk, viuda, el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, instituyó el Orden de las viudas consagradas ˗’Ordo viduarum’˗ a través de una carta pastoral.
Para esta tarea, Colombo nombró delegado episcopal al presbítero Horacio Day, actualmente párroco de San Vicente Ferrer y vicario judicial adjunto. Asimismo, le encargó la preparación de un Estatuto del Orden de las viudas consagradas para la arquidiócesis mendocina.
Vida Nueva entrevistó a Horacio Day, quien contó su experiencia en Roma estudiando Derecho Canónico y su investigación sobre el orden de las viudas consagradas en la Iglesia. Destaca la importancia de reconocer el lugar de las mujeres en la Iglesia y cómo el ‘Ordo viduarum’ puede ser una respuesta a esta búsqueda. También menciona la necesidad de que este orden sea reconocido institucionalmente y no simplemente como consagraciones privadas. Considera que las viudas consagradas son un ícono de la ternura de Dios y un signo escatológico en la Iglesia.
Estuvo cinco años en Roma, del 2016 al 2021, haciendo la licenciatura y luego el doctorado en Derecho Canónico en la Pontificia Universitaria de la Santa Croce, con una tesis doctoral sobre el Derecho Canónico de la Familia que será publicada en septiembre.
PREGUNTA.- ¿Cuál fue el proceso personal por el que transitó que lo llevó a interesarse por el orden de las viudas?
RESPUESTA.- Si bien ya durante el cursado de la licenciatura yo ya sabía que mi tema de tesis sería otro ˗el Derecho Canónico de la Familia˗, un compañero preparó como tesina de la licenciatura el tema de las viudas consagradas. Fue así como conocí esta vocación, de la que me “enamoré” inmediatamente. Como comenté, yo estaba con otro tema, que me tenía fascinado también y que me consumía todo mi tiempo, pero cada tanto buscaba material sobre las viudas en la biblioteca de la universidad, material que fui acopiando y que me traje a Mendoza.
Hay aún quienes no terminan de ver esto, en algunas Iglesias particulares no se termina de ver, entonces hacen consagraciones individuales, consagraciones privadas, que no está bien. Porque esto es un ordo, y al ser un ordo es una cuestión pública en la iglesia, y la mujer entonces consagrada ˗la viuda consagrada˗, no es una cuestión de piedad privada, personal, sino que ella es una presencia institucional en la Iglesia y de la Iglesia. Como existen distintos órdenes, episcopal, presbiteral, diaconal, de las vírgenes y ahora también el de las viudas.
Es un reconocimiento institucional a la mujer, y en este orden es la Viuda, con mayúsculas, es la mujer que es ícono de Dios, ícono de la ternura de Dios, porque también en ella estamos presentes todos, todos estamos presentes porque somos la Iglesia, que la Iglesia también es viuda, como decía San Ambrosio, y está esperando el encuentro con su Esposo. No sólo el esposo terrenal con el que estuvo acá, sino el Esposo con mayúsculas, Jesucristo y que, en esa viuda, en una parroquia que ha sido consagrada, estamos todos, y es un ícono y es un signo escatológico muy fuerte.
Es un signo escatológico porque su sola presencia, como viuda consagrada a Dios, nos habla a todos de Dios, de una vida futura, de un caminar hacia el encuentro con Dios Padre, con Jesucristo, con el Espíritu Santo, etc.
Cuando llegué a Mendoza, ya instalado como párroco y como vicario judicial adjunto, le comenté al obispo sobre el ‘Ordo viduarum’. A él le pareció muy interesante y me dijo que lo estudie en profundidad. Realmente he leído mucho, he estudiado mucho sobre el tema. He estado en contacto y estoy en contacto con referentes del ‘Ordo viduarum’ de distintas diócesis italianas y con viudas consagradas privadamente en distintos países de Latinoamérica. Y bueno, ahí después empezamos este camino.
Luego de estudiar el tema, el obispo me pidió escuchar a las vírgenes consagradas: preguntarles a ellas cómo fue su camino acá en la arquidiócesis y qué les parecía el tema de las viudas consagradas. Recuerdo que una de ellas me dijo: “Horacio, las viudas consagradas completan nuestra vocación de vírgenes consagradas, son como la otra cara de la moneda”.
Después el arzobispo me pidió que vaya por cada uno de los ocho decanatos a presentar el ordo y que escuche el parecer de los sacerdotes, los interrogantes, etc. Y fue así como fuimos dándole forma a la idea de institucionalizar esta “nueva” vocación. Digo nueva entre comillas porque es como el Evangelio de hace dos mil años pero que siempre es nuevo, trae novedad, vida.
P.- ¿Cómo es el desarrollo de la carta pastoral del arzobispo Colombo para presentar el orden de las viudas consagradas?
R.- El arzobispo comienza contextualizando este evento, ya que la diócesis está cumpliendo 90 años de su creación, y lo está haciendo bajo el lema “Año Jubilar, vocacional y misionero”. En este contexto vocacional, Colombo propone reestablecer esta antigua vocación de la viudez consagrada.
La carta pastoral hace un recorrido de la viudez que pasa por las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia, las grandes viudas santas, y el Magisterio de la Iglesia. El primer texto es un discurso de Pio XII, que es una maravilla, una verdadera joyita. Después, textos del Concilio Vaticano II, y de los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Francisco. Por último, se hace una descripción del perfil espiritual de la viuda consagrada.
P.- ¿Cuál es el perfil espiritual de una viuda consagrada?
R.- Todo lo visto en la carta pastoral, todo lo tratado, da los elementos para poder presentar un perfil espiritual muy claro, muy nítido de la viuda consagrada. La viuda consagrada se presenta entonces como signo de un amor más fuerte que la muerte, como ícono de la ternura de Dios, como modelo de fe y de esperanza, como modelo de oración incesante, y siempre muy vinculada a la Iglesia diocesana. La diocesaneidad es una nota muy fuerte de la viuda consagrada.
P.- Ud. habló de la importancia del lugar de la mujer en la Iglesia, ¿cómo se ha ido respondiendo sobre este tema tan singular?
R.- Para mí es muy importante poder seguir encontrando y buscando lugares, los lugares de las mujeres en la Iglesia. Hoy más que de un lugar se habla de rol. De hecho, en el capítulo tercero de mi tesis doctoral, trato este tema, el lugar-rol de la mujer en la Iglesia, en la familia y demás. Entonces me parece que el ‘Ordo viduarum’ viene a dar una respuesta, una de las tantas respuestas que tiene que dar a esta búsqueda del lugar de la mujer en la Iglesia, en una Iglesia sinodal.
Es muy interesante el documento de síntesis del Sínodo pasado, el capítulo noveno, que habla sobre la mujer en la Iglesia. Y bueno, es muy importante que sigamos avanzando también con el ‘Ordo viduarum’. En algunos lugares ya existen viudas consagradas, pero consagradas privadamente, casi como a “escondidas”.
No es menor el hecho de institucionalizar el ordo, no hay que tener miedo a esta palabra. Al hacerlo, estamos reconociéndole públicamente un lugar a esas mujeres, un lugar institucional, un lugar muy claro en la Iglesia. Por eso, realmente soy un convencido que reestablecer formalmente el ordo es una respuesta, que no debe ser la única, claramente, a la pregunta del lugar-rol de la mujer en la Iglesia.
P.- Según lo que le solicitó el arzobispo Colombo, ¿cómo está preparando el Estatuto del Orden de las viudas consagradas para Mendoza?
R.- Para redactar el Estatuto y el Reglamento del ‘Ordo viduarum’ nos hemos servido como modelo de los Estatutos y Reglamentos de otras diócesis, especialmente de Roma y de Milán. Allí se establecen, por ejemplo, los requisitos para ser admitida al ordo, el tiempo de la formación inicial, los temas que se deben desarrollar en esa formación, los temas a tratar en la formación permanente, etc. Por ejemplo, antes de ingresar a la formación inicial, las viudas que sienten esta llamada de Dios y comienzan con el discernimiento vocacional, se llaman aspirantes. Luego, una vez que hayan ingresado a esa formación, se llaman candidatas, y una vez que hayan hecho la consagración definitiva, pasan a formar parte del Orden de las viudas consagradas.
Al cabo de un año en la formación inicial, la candidata puede realizar el propósito, compromiso o voto “temporal”, por un año, de permanecer casta. Y al cabo del segundo año, si están dados todos los elementos, hace la consagración perpetua.
También hay que entender que el ‘Ordo viduarum’, su restablecimiento, es todo muy nuevo, que de alguna manera vamos abriendo camino y que las cosas las estamos haciendo un poco “artesanalmente”. Es por ello que, con el equipo, hemos redactado un ‘Subsidio para el discernimiento de la vocación a la viudez consagrada’. Este subsidio se lo hemos entregado a todos los sacerdotes, religiosos y vírgenes consagradas para que puedan acompañar a las viudas que se sientan llamadas.