Dos cardenales venezolanos denuncian que Maduro busca “ganar tiempo” para “fabricar actas electorales” en su favor

Advierten que gobernadores y alcaldes chavistas culpan a sacerdotes “de vendidos al imperialismo” lo que serían “los primeros pasos del estilo de gobierno nicaragüense”

Cardenal Diego Padrón y el cardenal Baltazar Porras

Los cardenales Diego Padrón, arzobispo emérito de Cumaná, y Baltazar Porras, arzobispo emérito de Caracas, han suscrito un duro mensaje contra Nicolás Maduro, desmontando algunas matrices de opinión que el propio líder chavista sostuvo en una rueda de prensa con medios internacionales el 31 de julio.



Los purpurados aseguraron que Maduro busca ganar tiempo con el recurso que interpuso ante el Tribunal Suprema de Justicia (TSJ) para crear “una narrativa favorable a su victoria electoral no demostrada”, fase que según “está en desarrollo”.

Es que a la fecha –y a pesar de un segundo boletín que lo da como ganador – el régimen sigue sin mostrar las actas de escrutinio de sus testigos tal como lo ha hecho la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), coalición que apoya a Edmundo González Urrutia, cuyas boletas demuestran que obtuvo más del 70% de los votos.

Por ello, Padrón y Porras advirtieron que se están “fabricando otras actas acomodadas a su interés” y denunciaron que cuerpos de seguridad han intimidado a responsables y testigos de mesas opositores para que las firmen.

“No obstante, existe la convicción de que lo que puedan hacer u ofrecer no opacará la imagen ya extendida mundialmente de fraude”, han dicho.

“Que entregue las actas”

Los altos jerarcas señalaron que el chavismo tiene control sobre el Consejo Nacional Electoral (CNE) como del TSJ y, además, se han atrincherado en una lógica de un “golpe de estado” construido ad hoc.

Por ello, ha ignorado todas las solicitudes de la comunidad internacional – incluidos sus más cercanos aliados Colombia, Brasil, México – , que casi unánimemente muestre la totalidad de las actas detalladas de las mesas de votación.

Solo buscan, al igual que todos los venezolanos, “brille la verdad y, como signo de la realidad ocurrida y garantía de convivencia pacífica y legitimidad social y ética, para que el gobierno entregue las actas y se confirmen los resultados”.

Maduro es proclamado por Elvis Amoroso, presidente del CNE, sin haber aún certeza de las actas de votación. Foto: EFE

Represión masiva

Lamentaron que desde el oficialismo nieguen “rotundamente el triunfo opositor, sin mostrar pruebas, que son las actas de votación, que deben ser reflejo auténtico de la expresión popular materializada en el voto” al punto de proclamar a Maduro como presidente.

Aseguraron que los venezolanos se han manifestado “con mayoría abrumadora, en su contra, y decidió un cambio en la orientación general del régimen de gobierno” tal como se había reflejado “previo al escrutinio electoral, reflejado en numerosas encuestas”.

Frente a las legítimas demandas de la mayoría de la población, las autoridades han respondido desproporcionadamente “al reprimir legítimas y ampliamente pacíficas protestas, hasta provocar una veintena de muertes, numerosos heridos y encarcelar indiscriminadamente”.

Han construido un relato, “una narrativa a su medida, responsabilizando a la oposición de todos los desmanes que tienen su origen en la represión fomentada por ellos”.

Primeros pasos al estilo de Nicaragua

Por supuesto, la Iglesia no está exenta de la cruda realidad – han indicado los cardenales – al punto que gobernadores y alcaldes afines al chavismo culpan a sacerdotes “de políticos agazapados, vendidos al imperialismo” por solo querer pedir resultados transparentes.

Una situación que se está tornando peligrosa, puesto que serían “los primeros pasos del estilo de gobierno nicaragüense que pueden explicitarse más claramente en el futuro cercano”.

Por ahora, su papel como pastores “es, ante todo, defender la verdad, sentirnos pueblo y acompañarlo. Debemos y buscamos ser imparciales, viviendo y actuando con la verdad”.

Claro está, “no somos ni podemos ser neutrales: corresponde comprobar cuidadosamente los hechos, para denunciar proféticamente, aún a riesgo, las injusticias, y proclamar nuestros principios y valores, acompañando solidaria y pastoralmente al pueblo, tarea nada fácil pero necesaria”.

Se niegan a quedarse de brazos cruzados y a “pasar a ser una Iglesia más del silencio, dejando que el tiempo transcurra en balde. Tenemos que discernir en el Espíritu el momento presente como un kairós y actuar en consecuencia con valentía”.

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