Más de 1000 participantes estuvieron presentes, durante el fin de semana, en la Asamblea Arquidiocesana de Pastoral de Tucumán con el deseo de crecer como discípulos misioneros que camina bajo el manto de María de la Merced.
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Los obispos Carlos Alberto Sánchez y Roberto Ferrari, titular y auxiliar respectivamente del arzobispado de Tucumán, acompañaron estas jornadas que estuvieron iluminadas por las reflexiones del padre Darío Vitale, coordinador de los téologos del Sínodo.
Importantes y necesarios
En primer lugar, dejaron plasmado que esta Asamblea contó con un extraordinario número de agentes de pastoral: laicos, consagrados, diáconos, seminaristas y sacerdotes de todas las comunidades eclesiales presentes en esta Iglesia diocesana.
Durante el encuentro se han propuesto acrecentar la corresponsabilidad en la Iglesia sinodal en misión, con una clara conciencia de ser hijos amados de Dios, bautizados en el mismo Espíritu y miembros de su Pueblo santo.
Manifestaron que el mismo Dios encendió el corazón para que crezcan como Iglesia tucumana, con un pueblo de Dios en camino, en el que todos son importantes y necesarios, y todos también “una responsabilidad compartida desde la diversidad de vocaciones, servicios, carismas y ministerios para disponerlos en comunión y participación responsable al servicio de los demás para que el Reino de Dios crezca en nuestra sociedad”.
Todos y cada uno desde su lugar
Los obispos animaron a seguir “caminando juntos”, viviendo con alegría y renovado entusiasmo la dignidad de ser hijos amados de Dios e impulsarlos a ser corresponsables en la misión. Asimismo, prometieron talleres de profundización para ser Pueblo de Dios en misión en las diversas comunidades.
Están convencidos de que Jesús resucitado los encomendó a hacer presente cada día y en todas partes el Reino de Dios a través de un estilo de vida propio, profundamente evangélico, contagiando a otros la alegría del Evangelio. Y remarcaron: “Todos y cada uno desde su lugar”.
Propusieron tejer redes de comunión fraterna y eclesial, acrecentar los vínculos y las relaciones entre todos para continuar, como misioneros del Reino y peregrinos de la esperanza, haciendo presente a Jesucristo, nuestro Redentor. Finalmente, pidieron la protección de la Virgen de la Merced, Madre de los tucumanos para que los acompañe y los sostenga en este camino, y brindaron conjuntamente la bendición.