El cristianismo en la India es numeroso en términos absolutos, pero realmente no deja de ser una religión minoritaria. Como ocurre en ‘la laica Francia’ y la imponente afluencia de peregrinos al santuario de Lourdes algo así ocurre con el dedicado a Nuestra Señora de la Salud en Vailankanni, en el estado indio de Tamil Nadu (al sur del país), al que acuden cantidad de personas de una variedad de credos y tradiciones religiosas. Esto podría despertar determinadas sospechas de sincretismo.
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Frutos espirituales
Sin embargo, en una carta fechada el pasado 1 de agosto del prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, que cuenta con aprobación papal se destacan los frutos espirituales que benefician a los peregrinos, incluso a los no cristianos que acuden al santuario mariano. “Los numerosos frutos espirituales que se producen en el Santuario, dan testimonio de la acción constante del Espíritu Santo en este lugar”, señala el prefecto responsable de investigar fenómenos como las apariciones marianas.
A esta devoción que se remonta al siglo XVI acuden “muchos peregrinos no cristianos que acuden en busca de consuelo” y “algunos de ellos se curan de sus enfermedades y muchos encuentran paz y esperanza. Sin duda, el Espíritu Santo actúa también en ellos, respondiendo a la intercesión de María”. Para Fernández “no debe considerarse como una forma de sincretismo o mezcla de religiones. El Santuario es un lugar donde se manifiesta la cercanía de María, que acoge a todos y demuestra el amor del Señor a quienes la contemplan. A quienes no pueden recibir los sacramentos de la Iglesia católica no se les niega el consuelo de la Madre de Jesús”.
“Al Santo Padre le importa mucho la piedad popular de los fieles peregrinos, porque refleja la belleza de la Iglesia en salida que busca a Jesús en los brazos de María y confía su dolor y su esperanza al corazón de Su Madre”, constata además el purpurado. “Contemplando la imagen de María, todos podemos reconocer el amor de Jesucristo que puede curar nuestras tristezas, nuestras angustias y nuestros miedos. Si nos detenemos ante María, aunque sea en un breve momento de fe y amor, su mirada maternal nos devuelve la paz”, concluye diciendo la carta.