Antes de la audiencia general de este miércoles, 7 de agosto, el papa Francisco ha recibido a la Asociación de la Comunidad Afgana en Italia y ha lamentado el dolor que ha vivido el país en las últimas décadas, entre guerras y conflictos sangrientos, inestabilidad, operaciones bélicas, destrucción, muerte, divisiones internas, discriminación, migraciones. Por ello invitó a los presentes a vivir la “compasión” y el deseo de “cooperación en el respeto mutuo” para dar lugar a “una civilización más justa y humana”, en la que se reconozcan los “derechos de todos”.
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Discriminación y exclusión
“La inestabilidad, las operaciones bélicas, con su carga de destrucción y muerte, las divisiones internas y los impedimentos para que se reconozcan ciertos derechos fundamentales, han empujado a muchos a tomar el camino del exilio”, lamentó el Papa. Por ello, Francisco apeló a que nunca jamás se utilice el nombre de Dios para “aterrorizar a la gente” o fomentar el odio y la violencia. Por ello, alabando su cultura advirtió a los presentes que “esta marcada diferenciación, en lugar de ser una oportunidad para promover un mínimo común denominador que proteja las especificidades y los derechos de cada uno, es a veces motivo de discriminación y exclusión, cuando no de verdadera persecución”.
El pontífice también constató que, ante la variedad de grupos étnicos del país, “es muy difícil hacer efectiva una ley que sea concretamente comprendida y aplicada por todos” y por ello, “pueden desencadenarse procesos en los que la parte que es o se siente más fuerte tiende a ir más allá de los propios dictados de la ley o a prevaricar sobre las minorías, escudándose en el supuesto derecho de la fuerza en lugar de apoyarse en la fuerza de la ley”.
Por ello deseo que la religión ayude a “suavizar la dureza de los contrastes” y crear “el espacio para que a todos se les reconozcan plenos derechos de ciudadanía en pie de igualdad y sin discriminación”, algo que no se produce cuando la propia religión “sufre manipulación e instrumentalización” y acaba “sirviendo a designios que no son compatibles con ella”. Por ello invitó al camino de la concordia que “Es un camino nada fácil, que a veces sufre reveses, pero es el único posible, que hay que recorrer con tenacidad y constancia, si de verdad se quiere hacer el bien a la comunidad y fomentar la paz” como se recoge en el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común firmado en 2019 en Abu Dabi. Y es que, añadió, “adoptar la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento mutuo como método y criterio”.