“No sería verdadero ni realista si pintara todo de ‘rosa’. No todo salió bien, tuvimos momentos de verdadero sudor y lágrimas. No siempre nos entendimos, no siempre confiamos unos en otros, no siempre fuimos hermanos y hermanas en Cristo. Pero nuestras debilidades fueron y siguen siendo prueba viva de nuestra humanidad, solo superada por la inmensa misericordia de Dios”. Así se expresa un año después de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa 2023 el que fuera su coordinador general, el cardenal Américo Aguiar.
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Un ambiente de acogida
El actual obispo de Setúbal relata en un texto al que ha tenido acceso Europa Press que “todos los días, cada viaje, cada reunión –y fueron miles–, cada celebración. Valió la pena, sobre todo, porque éramos la Iglesia Viva de Nuestro Señor. Que canta, reza y llora. Que se alegra, se entristece, se llena de esperanza y confianza. Que se encuentra en Jesús y con el Jesús Vivo. Que se reúne en torno al Pastor y se alegra con solo verlo pasar. La Iglesia Viva de Nuestro Señor, donde todos somos hijos e hijas muy amados, todos, todos, todos”.
Para el cardenal natural de la diócesis de Oporto el proceso de preparación “pasaba de la alegría al asombro, del miedo a la desesperación, de las dudas a las convicciones”, describe subrayando que la dimensión global de organizar una jornada así “es casi abrumadora, porque los recursos humanos, técnicos y financieros empiezan casi desde cero y nunca sabes dónde te llevarán”. En este sentido agradece a “todo el país” y “todas las diócesis” que “ofrecieron lo mejor que tenían para acoger a los jóvenes, los cuidaron y los acompañaron juntos a Lisboa”.
“En aquellos días reinaba un sentimiento general de alegría, de sonrisas entre extraños, de apoyo inesperado y desinteresado en las calles de la ciudad”, rememora. Sobre la implicación del papa Francisco en la JMJdestaca: “Con él compartí muchas de las alegrías y preocupaciones que llenaron nuestros días, especialmente en el año previo a la Jornada. El papa Francisco fue y es el Pastor que deja todo para ir en busca de los que se quedan atrás, los que se sienten lejanos o debilitados. Sé también que todos los vídeos que grabó, de forma tan informal y cercana, son una muestra concreta de su estima por todos nosotros”. “Cada Jornada Mundial de la Juventud es única y que ninguno de nosotros puede llegar a imaginar los frutos que pueden nacer y crecer en la vida de los jóvenes peregrinos, de las Iglesias locales o incluso de la Iglesia Universal”, concluye el que fuera su coordinador.