El presidente de la Pontificia Academia para la Vida presentó al papa Francisco un ‘diccionario’ sobre el final de la vida que acaba de ser publicado
Este jueves, 8 de agosto, el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Vincenzo Paglia, ha presentado durante una audiencia al papa Francisco el ‘Pequeño Léxico del final de la vida’, una obra publicada por la editorial vaticana, la LEV. Una obra de menos de 100 páginas que afronta cuestiones que van desde la eutanasia y el suicidio asistido hasta los cuidados paliativos y la incineración.
Una publicación que algunos medios de todo el mundo han destacado que contiene algunas “aperturas” en el pensamiento moral del Vaticano y que Paglia ha negado en algunos extremos en una entrevista a los medios vaticanos. “El Léxico debe leerse íntegramente”, señala en este sentido el arzobispo. En este sentido, insiste en que “la Iglesia reitera su absoluta oposición a cualquier forma de eutanasia y de suicidio asistido. Y es también mi convicción, aunque algunos quieran hacerme decir lo contrario. Pero la Iglesia nos invita también a reflexionar sobre el hecho de que la obstinación irrazonable (obstinación terapéutica) no es expresión de una medicina y de unos cuidados verdaderamente a medida y a favor de la persona enferma”.
Para él “la Iglesia nos invita a reflexionar sobre hasta qué punto la obstinación terapéutica no es una expresión de la medicina a favor de los enfermos”. “La vida debe ser defendida a lo largo de toda la existencia, no sólo en algunos momentos particulares. Sobre todo, hay que defender el derecho a la vida, y en particular la vida de las personas débiles, para contrarrestar esa ‘cultura del descarte’ que se esconde tras la pretensión de autosuficiencia y autonomía de las mujeres y hombres de hoy”, señaló tras hablar con el Papa.
“En las cuestiones fundamentales y muy delicadas del final de la vida es deseable que se alcance el mayor consenso común posible y, por tanto, que se mantenga frente a las diferentes sensibilidades y creencias religiosas de forma respetuosa. Esta es la tarea de la política”, señala más adelante. Ahora bien, concluye, “la Iglesia puede colaborar, con vistas al bien común de toda una sociedad. A ella le corresponde formar conciencias, más que elaborar leyes”.