Philippe Marsset, obispo auxiliar de París e iniciador del proyecto ‘Holy Games’, que “moviliza desde hace casi tres años a un gran número de católicos para compartir el fervor deportivo y popular que rodea a los Juegos”, ha mostrado su satisfacción por la propuesta que ha hecho la Iglesia de Francia para los Juegos Olímpicos de París 2024. “Mi sentimiento más fuerte después de estos Juegos es el orgullo”, señaló en declaraciones recogidas por La Croix.
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La gente, unida
Más allá de las polémicas, el prelado siente “orgullo por la capacidad de Francia para acoger al mundo entero sin contratiempos, pero también por haber mostrado tanto de nuestro patrimonio religioso y cultural, en apoyo de muchos de los acontecimientos”. Además, destaca que siente “una especie de orgullo deportivo al ver que las actuaciones de los atletas fueron aplaudidas unánimemente por personas de todos los horizontes políticos”, apunta debido a la polarización vivida en las últimas elecciones francesas. Frente a esto, destaca “ha sido bueno ver a la gente feliz, unida”.
“No teníamos mucho que ofrecer a semejante multitud, ¡pero eso es lo que dimos y eso es lo que el Señor utilizará!”, añade Marsset al ver cómo se han abierto las Iglesias y los participantes en los Juegos se han sumado a las iniciativas del proyecto Holy Games. Especialmente significativa ha sido la ceremonia interconfesional celebrada el 4 de agosto ante Notre-Dame, que contó con la presencia del presidente del COI, Thomas Bach, y del piragüista francés Tony Estanguet. “Mostramos el lugar que ocupan las religiones en esta cultura de paz mundial. Y propusimos este momento delante de una catedral en construcción: ¡qué símbolo! Con las diferentes confesiones presentes en el centro multiconfesional de la Villa Olímpica, añadimos verticalidad y trascendencia a la fraternidad”, reivindica.