España

Salvador Illa presenta un Gobierno para Cataluña con “humanismo cristiano”

  • El nuevo presidente de la Generalitat comparte su mirada creyente de la realidad en la puesta de largo de su equipo
  • Su perfil católico y su relación fluida con el cardenal Omella podría reconducir las presiones independentistas a la Iglesia





El nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, nunca ha ocultado que es un hombre de fe. Es más, en algún momento de la reciente campaña electoral, hay quien ironizó con el hecho de que se encomendara a san Pancracio. Esta devoción no es fruto de postureo o de superstición alguna.



Este lunes, 12 de agosto, ha reivindicado precisamente los principios y valores del Evangelio en las puesta de largo del Ejecutivo que está llamado a capitanear en los próximos cuatro años. En el marco de la toma de posesión de los dieciséis consejeros de su Govern, enfatizó que sus nuevos colaboradores tienen como “denominador común” su “competencia probada, su trayectoria profesional acreditada, su independencia de criterio y sus valores socialdemócratas y de humanismo cristiano”.

Servicio público

Ante su equipo en un acto oficial celebrado en el Palau del gobierno autonómico, en Barcelona, el que fuera ministro de Sanidad anunció que capitaneará una “tercera gran transición” en Cataluña con “vocación de servicio público” para lograr consensos.

A partir de ahí, describió que sus consejeros trabajarán de manera “colegiada” para buscar defender la “nación catalana” sin ir “contra nadie”. Lo cierto es que el nuevo gobierno autonómico cuenta con socialistas, pero también con altos cargos de anteriores Ejecutivos presididos por Esquerra Republicana y por Junts.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, presenta a sus nuevos consejeros

Lo cierto es que Illa es un católico convencido. Así lo manifestó hace un par de años cuando recibido el premio Fernando de los Ríos, otorgado por Cristianos Socialistas de manos de la ministra de Defensa, Margarita Robles. “No alardeo de mis convicciones cristianas, pero tampoco las escondo”, señaló entonces. Además, mantiene una relación fluida con el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, lo que podría a priori reducir la presión eclesial recibida de manos del Govern y del Parlament hasta la fecha. Y es que, a lo largo de estos años, Omella ha sido el epicentro de los dardos independentistas por mantener a la Iglesia al margen de la batalla de partidos que tuvo un peaje: la comisión antiabusos del Parlament que ha sido utilizada como arma arrojadiza contra el purpurado.

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