Cono Sur

Cristina Dozzi: “Entregar la vida a Dios es lo más lindo que le puede pasar a una persona”

  • La misionera habló sobre la personalidad de Maximiliano Kolbe y cómo influyó en su vida
  • Resaltó que gran amor a la Cruz le permitió seguir a Cristo crucificado hasta la muerte





El 14 de agosto se cumplen 83 años del martirio de Maximiliano Kolbe, santo con una vida inspirada en la Inmaculada Concepción y marcada por la vocación franciscana. En 1941, fue deportado al campo de exterminio nazi de Auschwitz, despojado de su hábito franciscano y enviado a los trabajos más humillantes, como el transporte de cadáveres al crematorio.



Pablo VI lo definió como un “mártir del amor” ya que ofreció su vida a cambio de un padre de familia, Franciszek Gajowniczek, que más tarde recordaría aquellos dramáticos momentos con estas palabras: “Kolbe se salió de la fila, arriesgándose a morir al instante, para pedir al Lagerfhurer que me sustituyera. Era impensable que la propuesta fuera aceptada, de hecho, era mucho más probable que el sacerdote se sumara a los diez seleccionados para morir juntos de hambre y sed. ¡Pero no! En contra del reglamento, Kolbe me salvó la vida“. Antes de morir, al ofrecer su brazo a un guardia del campo de exterminio, pronunció dos palabras: “Ave María”, el último sello de una vida confiada a la Inmaculada.

Para recordar su obra en nuestras tierras, Vida Nueva entrevistó a Cristina Dozzi, directora de la Revista María Misionera, del Instituto secular Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe con domicilio en Olavarría, provincia de Buenos Aires.

Esta misionera nació en Italia, y a los 20 años entró en el Instituto secular Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe. En 1988 llegó a Argentina sin saber ni el idioma. En 1989 hizo sus votos temporales en Olavarría y en 1994 los votos perpetuos en Villa Ballester. Cursó Misionología en OMP Argentina en Buenos Aires, donde presentó su trabajo final sobre “Misión, cultura y evangelización en San Maximiliano Kolbe”.

En 1997 comenzó a misionar y llevar el mensaje del Padre Kolbe, animando grupos de jóvenes y adultos, dando catequesis, visitando familias, compartiendo la lectura del Evangelio y el don de la Consagración a la Virgen y difundiendo la Revista María Misionera y los libros de las Ediciones de la Inmaculada.

PREGUNTA.- ¿Cómo fue que puso su atención en el Instituto secular Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe a tan temprana edad?

RESPUESTA.- Las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe visitaban mi familia porque mi abuela recibía la revista María Misionera, y la invitaron a participar de un retiro espiritual en su Centro de Espiritualidad. Mi abuela, cuando yo cumplí 11 años, me dijo: “ahora yo soy vieja y no puedo ir a los retiros donde las misioneras. Hay retiros para niñas de tu edad; ahora vas a ir vos”. Desde aquel momento, no he dejado de hacer cada año un retiro espiritual en la casa de las misioneras. Allí me consagré a la Virgen.

A los 18 años empecé a participar de campamentos vocacionales, en los que se hablaba de la belleza de la vocación a la vida consagrada, y sobre todo el padre Luis Faccenda ofm hablaba mucho y con mucho entusiasmo de este estilo de vida. Además, me gustaba mucho ver a las misioneras siempre contentas y sonrientes. Y también en casa rezábamos el Rosario todos los días después de cenar. A los 20 le dije a mis padres que iba a ir a lo de las misioneras por un año. 

Y es así que me sigue gustando hasta el día de hoy y estoy muy agradecida a Dios y a la Virgen por el don de la vocación a la vida consagrada y misionera. Cuando iba al secundario, muchas veces antes de ir a clase iba a Misa y rezaba Laudes con unas hermanas que estaban en esa ciudad. Pero me gustaron más las misioneras porque no tenían hábito y me gustaba ayudar en los retiros en los grupos y en la cocina y en el comedor. Pienso que entregar la vida a Dios es lo más lindo que le puede pasar a una persona y Dios te devuelve cien veces más. Se puede hacer mucho bien y te llena la vida, te da mucha alegría y serenidad. Mi corazón está lleno de rostros, de amigos que Dios me ha regalado y con los cuales comparto la fe y el amor a Él y a nuestra Madre María.

Kolbe: frenar el mal con el bien

P.- Histórica y eclesialmente, ¿quién es el padre Kolbe para las integrantes de esta congregación? ¿Cómo lo difunden? 

R.- San Maximiliano Kolbe es nuestro Santo Patrono e inspirador. Dio su vida por un padre de familia en el campo de concentración de Auschwitz durante la segunda guerra mundial, pero durante toda su vida difundió mucho la Consagración a María. Fue misionero en Polonia, Italia y Japón y utilizó los medios de comunicación ˗sobre todo la imprenta y la radio˗ para dar a conocer a María Inmaculada y al Evangelio. Kolbe decía: “hay mucho mal en el mundo, no es posible que nosotros estemos de brazos cruzados o sólo recemos; tenemos que entrar en acción y frenar el mal con el bien. Nosotros tenemos un medio: la Inmaculada, llena de gracia y sin pecado concebida. Ella que no tiene nada de maldad en su vida puede ayudarnos en esta batalla contra el mal, por eso debemos consagrarnos a Ella y consagrar a Ella a todas las personas que existen y que existirán en este mundo”. Y así en 1917, en Roma, fundó la Milicia de la Inmaculada con el ideal de conocer, amar e imitar a la Inmaculada y darla a conocer siempre más en la Iglesia y en el mundo. En 1954, el P. Luis Faccenda fundó el Instituto Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe.

Padre Kolbe quería “envolver el mundo con papel impreso con palabras de vida y así devolver al mundo la alegría de vivir”, por eso llegó a tener en Polonia el diario más leído en todo el país. En Japón, después de un mes de su llegada ˗sin conocer el idioma y casi sin medios˗ ya pudo publicar el “Caballero de la Inmaculada”, así se llamaba su revista.

Nosotras, misioneras, también queremos difundir el don de la Consagración a la Virgen a través de las redes sociales y de la revista María Misionera. Presentamos nuestra revista como una palabra de vida y de fe que motiva nuestra existencia a caminar en el bien, en la solidaridad, en la fraternidad. También presentamos la revista y los libros de las Ediciones de la Inmaculada en las parroquias, a la salida de Misa y siempre hay personas que se quedan un rato a charlar con nosotras o llevan los libros.

P.- ¿Cómo se vive a Kolbe y su martirio en los lugares y espacios en los que Ud. ha participado?

R.- Estuve 15 años en Bolivia, compartiendo mi vida misionera con la gente del barrio Virgen de Cotoca y alrededores en Montero. Allí, Kolbe se vive de una forma muy alegre y llena de música y bailes. Hay un colegio dedicado al mártir. Se lo celebra con una serenata el día 13 de agosto, donde los alumnos preparan alguna cosa artística para honrar a su Patrono. También se hace un triduo de oración o una novena recordando los momentos de su vida y de su muerte. Se vive todo con mucho fervor. Y el día de la fiesta son también las vísperas de la Virgen de Urkupiña y se hace una gran procesión con la imagen del Santo y se termina con la Misa con la participación de mucha gente. Cuando estuve trabajando en el Centro Médico San Maximiliano Kolbe, con los numerosos pacientes leíamos libros sobre la vida de nuestro santo y cuando llegaban los médicos rezábamos juntos una oración a Kolbe. También en el Centro Social, donde estuve muchos años ayudando a los niños y jóvenes, siempre rezábamos a san Maximiliano y tratábamos de conocer y vivir sus virtudes: humildad, sencillez, servicio, entrega de la vida, amor a la Inmaculada.

En el Seminario San Lorenzo charlábamos con los seminaristas sobre los ejemplos de vida de Kolbe, les llevábamos libros para que puedan conocerlo más y seguir sus vivencias y, profundizar sobre la Consagración a la Virgen. Con los jóvenes visitábamos algunos pequeños pueblos de campo, rezábamos el Rosario, y llevábamos la Revista María Misionera muy apreciada sobre todo por los catequistas.

Monumento de Fe

P.- ¿Qué actividades llevan a cabo en el Centro Mariano Misionero Padre Kolbe de Olavarría?

R.- El Centro Mariano Misionero Padre Kolbe (Olavarría) es una casa de retiros abierta para todos. Desarrollamos convivencias para jóvenes y familias, para los colegios, campamentos para jóvenes, retiros espirituales y encuentros marianos. Quiero destacar la Fiesta Mariana: todos los años participan unas 300 personas de los lugares donde vamos a misionar. Es un día de fiesta para toda la familia alrededor de nuestra Madre la Virgen María, se comparten vivencias muy enriquecedoras, testimonios, Adoración Eucarística, momentos de alegría, canciones y la Santa Misa.

Algunas personas vienen también para pasar algunos días de silencio y oración en forma individual. Todos se sienten muy contentos por el clima de silencio y la acogida al estilo de María que queremos ofrecer las misioneras que vivimos permanentemente en esta casa que nuestro Padre Fundador definía como: “un monumento de fe” en el medio de la pampa.

Una experiencia enriquecedora ha sido el Curso Alpha: encuentros para conocer a Jesús y acercarse a la fe, se crea un hermoso clima de familia y las personas quieren seguir viniendo, se comparte la comida, charla y conversación y son momentos muy necesarios para la vida de las personas. Damos gracias a Dios por este regalo y rezamos por todos los que  lo han hecho posible. Asimismo, esperamos a todos los que quieran venir.

Dos mártires por la Verdad

P.- Dado que Kolbe en agosto de 1941 y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) en agosto de 1942 sufrieron martirio en Auschwitz, ¿qué une a estos dos mártires de nuestro tiempo en espiritualidad y desafíos? ¿Cuál es el mensaje para este momento para nuestra Iglesia y fuera de ella?

R.- Ambos fueron testigos de luz en la oscuridad de la segunda guerra mundial. Ambos fueron testigos con su propia vida. Kolbe ofreciéndola espontáneamente en la plaza donde tomaban asistencia a los presos, Santa Teresa Benedicta de la Cruz asociándose al sacrificio de todo el pueblo judío. Ambos mostraron que sólo el amor y la fe tienen la victoria sobre la muerte.

Ambos, en el campo de concentración, se distinguieron por la atención a quien estaba sufriendo junto a ellos. Kolbe, compartiendo el pan, consolando, alentando, sembrando esperanza. Santa Teresa Benedicta iba entre las mujeres como un ángel consolador tranquilizándolas, alentándolas.

Ambos tuvieron un gran amor a la Cruz para seguir a Cristo crucificado hasta la muerte. San Maximiliano decía que el libro donde se aprende el Amor es el Crucifijo. El misterio de la Cruz envolvió toda la vida de santa Teresa Benedicta. En el día de sus Votos Religiosos como hermana Carmelita se ofreció a Dios como su esposa en el signo de la Cruz. En el Carmelo se dedicó al estudio de san Juan de la Cruz y estaba realizando un escrito que quedó sin concluir arriba de la mesa en el momento en que la llevaron presa, con el título: “Sciencia Crucis”: la ciencia de la Cruz. Su lema: “quien lleva la Cruz no muere”, porque la Cruz es el signo de la pertenencia a Cristo que es Vida Eterna.

En ambos, la fuerza interior brotaba de la convicción de saber que estamos siempre en las manos de Dios. Kolbe le escribe una carta a su mamá estando en el campo de concentración: “el buen Dios está en todo lugar y con amor piensa en todo y en todos” (EK 961). Otro punto fuerte en la vida de estos dos santos es el amor a la Virgen María. Kolbe, el Caballero de la Inmaculada, decía: “Todo lo puedo en la Inmaculada”, “Quién es de la Inmaculada no se perderá”. Y también: “Toma en tu mano la mano de Cristo y en la otra la mano de la Virgen: ahora, también si caminas en la oscuridad puedes seguir adelante con la misma seguridad de un niño que está tomado de la mano de sus padres.”

Para Santa Teresa Benedicta la Virgen es una lámpara que ilumina el camino lleno de sombras: Ella nos ama, nos conoce y está disponible a transformarnos tal como debemos ser.  Los dos santos tenían un gran amor por la Verdad. Kolbe escribía en un artículo: “Nadie puede cambiar la Verdad, lo que podemos, o al menos deberíamos hacer, es buscar la Verdad y después ser sus servidores cuando la encontremos”.

En este mundo lleno de odio, de divisiones, de individualismo, la vida de estos dos santos nos invita a ser centellas de esperanza, faros de luz, apasionados por la Verdad, enamorados de Jesús y de su Evangelio, amantes de la Iglesia aún en medio de sus debilidades y fragilidades, siempre dispuestos a dar razones de nuestra esperanza y de nuestra confianza.

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