Actividades de formación que concluyen invitando a acciones solidarias con personas en situación de calle o en condiciones de vulnerabilidad extrema, forman parte importante de los programas que se están realizando en varias diócesis chilenas durante este mes de agosto, definido como “mes de la solidaridad” por la Iglesia católica en Chile.
Se trata de una tradición que ya se ha consolidado motivando la participación espontánea, no sólo de los organismos de pastoral social de las diócesis, sino también colegios, universidades y otras instituciones.
La Universidad Católica de Temuco está ejecutando un programa que tiene como objetivos promover la solidaridad y fortalecer los lazos entre sus mismos estudiantes y también “desarrollar una mayor conciencia social y ética en los estudiantes, alineada con los valores cristianos y el ejemplo de San Alberto Hurtado”. Incluyen conferencias, cursos, talleres y metodologías para hacer aportes de bienes no perecibles y dinero que financia acciones con jóvenes estudiantes con dificultades para financiar la continuidad de sus estudios.
La Universidad Católica de Valparaíso propone un foro sobre “Solidaridad una misión por cumplir” y acciones de recuperación socioambiental en un sector popular de esa ciudad, además de otras varias acciones solidarias.
En Santiago, la Vicaría Pastoral de Educación anima un amplio y diverso programa que se está llevando a cabo en los colegios dependientes de la vicaría y que cada año logra más participación de estudiantes, con el lema “El privilegio de dar”.
Adriana Taiba, coordinadora de Pastoral en esa Vicaría, explica que el objetivo de este mes es propiciar un tiempo de cercanía y encuentro, teniendo gestos fraternos de solidaridad y poniendo al centro a Jesucristo que invita a darse con misericordia. “En tiempos de incertidumbre y cierta normalidad, de enfermedades y pérdidas, resuena con fuerza, ‘No estás solo/a’, Aquí estoy para tenderte una mano y para que tú lo hagas con otros y otras, como una cadena de favores”.
El Hogar de Cristo, institución fundada por el jesuita Alberto Hurtado en 1944, inauguró el Mes de la Solidaridad en Santiago con un acto en el atrio de la iglesia catedral. Cientos de participantes se reunieron para celebrar y promover la urgencia del “Cambio en la Mirada”, a través del sentido social del que hablaba el Padre Hurtado.
La alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, dijo: “Estamos muy contentos de participar en este inicio del Mes de la Solidaridad, en plena Plaza de Armas, con los valores y mensajes del Padre Hurtado que están presentes en nuestra comuna, nuestros vecinos y nuestro país, con la empatía y bien común que debemos construir todos los días”.
Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, en enero de 1901, estudió en el Colegio San Ignacio, de la Compañía de Jesús, en Santiago. En 1918 ingresó a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile y se tituló de abogado en 1923. Ese mismo año ingresó a la Compañía de Jesús, estudió en Chile, Argentina, España y Bélgica, donde fue ordenado sacerdote en 1933 por el Cardenal Primado de Bélgica, Jozef-Ernest Van Roey, en Lovaina.
El Ministerio de Educación de Chile lo comisionó a estudiar en Bélgica y Alemania y recibió el doctorado en Pedagogía, en 1935. Al año siguiente regresó a Chile donde orientó su trabajo en acercar la iglesia a la juventud y a los más pobres. Fue profesor en el Colegio San Ignacio y en la Universidad Católica, asesor de la Acción Católica Juvenil y, en 1944, fundó el Hogar de Cristo para acoger a niños vagos que vivían bajo los puentes del río Mapocho. En 1945 fundó la Acción Sindical y Económica de Chile como expresión concreta de su labor social. En 1950 publicó “El orden social cristiano en los documentos de la jerarquía católica” y “Sindicalismo, historia, teoría, práctica”. En octubre de 1951, fundó la revista Mensaje para difundir la doctrina social católica. Murió el 18 de agosto de 1952, a los 51 años de edad, debido a un avanzado cáncer de próstata.
Fue beatificado en 1994 por el Papa Juan Pablo II, fecha además en que el gobierno de Chile declaró el día 18 de agosto como Día de la Solidaridad. En octubre de 2005 el Papa Benedicto XVI lo declaró santo para la Iglesia universal.