Un nuevo domingo de agosto, el papa Francisco no ha faltado a su cita en pleno puente en Italia y ha rezado el ángelus con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Tras la oración, el pontífice se unió a las celebraciones por la beatificación de tres misioneros javerianos y un sacerdote diocesano mártires este domingo en la República Democrática del Congo. También reclamó nuevos “caminos paz” para quienes viven situaciones violentas, especialmente en el Oriente Medio, Palestina e Israel, la “martirizada Ucrania” o Myanmar.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- El Podcast de Vida Nueva: Migrantes, cambio climático y esperanza
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El pan de vida
Comentando el evangelio del día, un nuevo fragmento del discurso del Pan de vida, el Papa señaló que “ante la multitud,el Hijo de Dios se identifica con el alimento más común y cotidiano, el pan”, lo que causa reacciones diferentes, por lo que el pontífice invitó a preguntarse “con asombro y gratitud” el “cómo puede Jesús darnos a comer su propia carne”.
- “Asombrarnos, porque las palabras de Jesús nos sorprenden. ¡Jesús siempre nos sorprende! El pan del cielo es un don que supera todas lasexpectativas. Quien no capta el estilo de Jesús sigue desconfiando: parece imposible, incluso inhumano, comer la carne de un hombre y beber su sangre. La carne y la sangre, en cambio, son la humanidad del Salvador, su propia vida ofrecida como alimento para la nuestra”, explicó Francisco.
- “Gratitud, porque reconocemos a Jesús allí donde está presente para nosotros y con nosotros”, añadió. “El Cristo, verdadero hombre, sabe bien que hay que comer para vivir. Pero también sabe que esto no basta” por eso “Él mismo se convierte en verdadera comida y verdadera bebida” destacó.
Para Francisco “el pan celestial, que viene del Padre, es el Hijo hecho carne por nosotros. Este alimento es más que necesario para nosotros, porque sacia el hambre de esperanza, el hambre de verdad, el hambre de salvación que todos sentimos no en el estómago, sino en el corazón”. “¡Qué actual es la palabra del Evangelio! Mientras la miseria, la injusticia y la violencia roban a los hombres el pan de cada día, Jesús se ocupa de la mayor necesidad: nos salva, alimentando nuestra vida con la suya, para siempre. Gracias a Él podemos vivir en comunión con Dios y entre nosotros. El pan vivo y verdadero no es, pues, algo mágico, que resuelve de repente todos los problemas, sino que es el Cuerpo mismo de Cristo, que da esperanza a los pobres y vence la arrogancia de los que se jactan en su detrimento”, subrayó a la vez que invitó a los fieles a preguntarse si viven la eucaristía en esta clave.