Tras la decisión de la Santa Sede de expulsar al laico Luis Fernando Figari Rodrigo, de 77 años, del llamado Sodalicio de Vida Cristiana, se reabre en el seno del Vaticano el debate sobre la continuidad o la disolución de esta plataforma católica que fundó en Perú hace 53 años.
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Y es que, tal y como ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, la preocupación de Roma en estos últimos años sobre los abusos de poder, conciencia y sexual, así como supuestas irregularidades financieras, que no solo estaría vinculada a Figari y a su entorno más cercano, habría llevado a valorar el cierre total del Sodalitium Christianae Vitae.
Salvar al movimiento
Se trataría de una decisión inédita en la historia reciente de la Iglesia, en tanto que, hasta la fecha, cuando un escándalo de esta índole ha sobrevolado a alguna institución católica, se habría buscado salvar al movimiento, tras apartar al núcleo duro fundacional corrupto y llevar a cabo una refundación que implicara cambiar las constituciones para borrar cualquier resquicio que facilite el control de las conciencias, el encubrimiento… Esta es la vía por la que se apostó en el caso de Regnum Christi-Legionarios de Cristo: desmarcarse de su fundador, Marcial Maciel, y depurar el carisma.
El hoy superior general del Sodalicio, José David Correa, parece optar por esta vía, apelando a un “camino de renovación” a modo de acto de clemencia papal para salvar los muebles y subrayando públicamente que Figari “es el fundador histórico, pero no es un referente espiritual para nuestra comunidad ni para la familia”.
Voz de alerta
Sin embargo, las posibles vías del Sodalicio de Vida Cristiana parecen ir por otro camino. Quien pareció dar una pista hace menos de un año fue el cardenal arzobispo emérito de Huancayo, Pedro Barreto: “Cuando una organización religiosa ha delinquido, porque hay que decirlo así, desde el punto de vista de abusos sexuales y la parte económica, que hay también problemas, hay que disolverla; y ese es el punto en que nosotros estamos en ese camino y, me consta, que la Santa Sede está en ese camino”.
Fuentes eclesiales confirman a esta revista que “por la investigación que se ha realizado y lo que se ha publicado en los medios de comunicación, no se trata solo de los pecados y delitos cometidos por una o varias personas, sino de toda una estructura que estaría contagiada, algo así como si, además de fallar el pilar fundamental de un edificio, también sufriera aluminosis, la enfermedad que carcome el hormigón”. Desde el Sodalicio niegan este extremo.
Lo cierto es que el trabajo realizado en apenas un año por parte del arzobispo maltés Charles Scicluna y el secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el español Jordi Bertomeu, ha venido a desatacar en tiempo récord un caso que parecía encallado desde que hace 24 años trascendieran las primeras denuncias públicas vinculadas al Sodalicio, un movimiento que cuenta con cerca de 20.000 adeptos en 25 países.