En la muerte de Cari Goyanes: “He aprendido a creer en los tiempos de Dios”

La empresaria, que falleció ayer en Marbella a los 46 años, reorientó su vida y su matrimonio gracias a los retiros de Emaús: “Soy muchísimo más feliz”

Caritina Goyanes

De forma repentina. Y sin margen de maniobra. La empresaria Caritina Goyanes, la hija mayor de Carlos Goyanes y Cari Lapique, fallecía este lunes a los 46 años en el hospital malagueño de Estepona después de sufrir un infarto en su casa de Marbella. Su muerte tuvo lugar apenas diecinueve días después de que falleciera su padre y tan solo un día des pues de su tío Tito, hermano pequeño de su padre.



Nacida en Madrid el 10 de noviembre de 1976, Caritina estudió Derecho aunque se dedicó profesionalmente a la gastronomía y es dueña de la empresa SixSens Catering. En 2008 se casó con Alfonso Mateos Salazar, con quien tuvo dos hijos, Pedro y Cari.

Del miedo a la ansiedad

Hace seis años, la vida de Caritina dio un giro, después de participar en los llamados retiros de Emaús, a los que ha acudido de manera periódica. “Yo tenía mi vida perfecta, mi trabajo, mi casa monísima, pero me preguntaba qué haría si fallaba algo. Ese miedo se convirtió en ansiedad, no me dejaba hacer nada y me di cuenta de que tenía que poner freno porque estaban pagando el pato mi marido y mis hijos. Hice mil cursos de mindfulness y yoga, pero nada de eso me servía”, explicaba en una entrevista para Mater Mundi.

Fue un amigo el que insistió en participar en esta experiencia de impacto de fin de semana: “Un día me hablaron de los retiros de Emaús y yo pensaba que el amigo que me invitó estaba pirado. Después de varios ‘noes’ por mi parte, decidí probar y me fui llorando porque pensaba: ‘Es el único fin de semana que no trabajo, ¿quién me manda a mí ir a esto?’”.

Priorizar lo importante

Caritina confesaba que “personalmente no tuve un encuentro personal con Dios en el retiro, pero sí se quedó ahí una semilla, empecé a ir a reuniones, a implicarme todo lo que podía y mi vida empezó a cambiar poquito a poco, pero también la relación con mi entorno: mis padres, mi marido…”. Así pues, esta mujer emprendedora reconocía que, tras este retiro, “empecé a quitar mis miedos y a priorizar lo importante”.

De hecho, desvelaba que “no salí de Emaús convertida en ‘Cari, la valiente’”, pero sí le permitió dar pasos adelante para ser consciente de que “ahora Dios sí está presente en mi matrimonio y nuestras discusiones son más productivas para ver cómo podemos solucionar los problema”. De hecho, en otra entrevista en la revista ‘¡Hola!’, llegó a admitir que mantener su familia unida es fruto de “poner a Dios en el centro”: “Cuando dicen que el matrimonio es un mandamiento yo creo que es porque es imposible de sobrellevar sin ayuda del Señor”.

Cada día pido tener más fe, he aprendido a aceptar la voluntad de Dios y creer en los tiempos de Dios, he aprendido a afrontar los problemas con el menor dolor posible y de la forma más humana”, exponía la empresaria fallecida que incrementó su compromiso como creyente, participando con más intensidad en las eucaristías, en grupos religiosos y en peregrinaciones, como al santuario mariano de Medjugorje. “Soy muchísimo más feliz”, remarcaba.

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