Arzobispo de Florencia, en la Amazonía colombiana, aboga para que haya “más presencia” de la Iglesia en los territorios

Omar Mejía participó en  la segunda Asamblea de la Conferencia Eclesial de la Amazonía realizada en Manaos

Arzobispo de Florencia, en la Amazonía colombiana, aboga para que haya “más presencia” de la

Omar de Jesús Mejía, arzobispo de Florencia – jurisdicción eclesiástica de la Amazonía – en el departamento del Caquetá al sur del país, señaló que hace falta mayor presencia de la Iglesia en los territorios.



Aquí cabe el pasaje bíblico de Mateo “es mucha la mies y son pocos los obreros”, sobre todo en una región donde la pobreza y la violencia arrecian. 

El prelado fue el representante amazónico presente en la segunda asamblea de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, que culminó este 26 de agosto en Manaos, en el estado de Amazonas, al norte de Brasil.

Considera que los nueve países de la cuenca amazónica “comparten los mismos problemas” como crimen, extractivismo, olvido gubernamental. 

Caldo de cultivo que se une a la sequía de vocaciones. Así cuenta Mejía: “Ayer nomás veía por el whatsApp un comentario de una señora que me decía, monseñor, dígale a los padres que nos visiten”.

De ahí que otros grupos religiosos y organizaciones no gubernamentales comienzan a ganarle terreno a la Iglesia, cuando en otrora “era la protagonista”. La realidad ha cambiado.

Señaló que existe un desbalance entre curas y pastores evangélicos en una proporción de 1 a 20, es decir, por “cada sacerdote hay 20 pastores y pastoras” e “incluso algunos de ellos atacando  a la Iglesia”.

Sinodalidad como remedio

Frente a este cuadro nada alentador, propone que la fórmula es la sinodalidad, “necesitamos que juntos en este ambiente sinodal, de discernimiento, en un ambiente de comunión fraterna Dios nos ilumine para darle respuesta a esta situación que estamos viviendo”.

Por eso apuntó que en la segunda asamblea de la Ceama “estoy planteando que no se puede quedar  en una estructura, sino en una acción concreta evangelizadora”.

Confía que desde esa diversidad de carismas y dones “cada jurisdicción eclesiástica pueda sortear cada una de las dificultades”. 

En el caso particular de Colombia, el conflicto armado sigue vulnerando derechos de poblaciones indígenas enteras, que están en medio del fuego cruzado. 

Semillas de la paz

Desde luego “es una situación difícil, pero como Iglesia allí estamos, siempre estaremos y por gracia de Dios, ayudando, escuchando e incluso en aquellos círculos donde se está haciendo procesos de paz”.

Ser “las semillas del verbo en cada comunidad” es el gran reto que el obispo lleva a la selva amazónica colombiana, luego de participar en este foro de la Ceama.

Está seguro que a través de la formación se logrará sacar adelante proyectos que apunten a robustecer una espiritualidad inculturada que escucha el clamor de su pueblo.

“Como Iglesia somos un actor más, pero la particularidad nuestra es tener la claridad de la vida en el espíritu, de la vida en Jesús, a eso queremos comprometernos”, dijo.

De hecho, “no somos una ONG, porque existimos como un signo de la presencia del Reino en medio de las comunidades y para eso tenemos que crecer en la vida, en el Espíritu que no es otra cosa más que la vida en Jesús”.

Noticias relacionadas
Compartir