La macroboda es iniciativa del párroco, Javier Sánchez-Cervera, a quien le impactó comprobar que el 80% de los padres que llevaban a sus hijos a bautizar no estaban casados
Esta tarde, a las 20.30 horas, la parroquia San Sebastián Mártir, en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes, va a vivir un evento único: una macroboda en la que van a unirse en matrimonio por la Iglesia 18 parejas, todas ellas convivientes y muchas con hijos.
El “mérito” de este acontecimiento sin parangón es del párroco, Javier Sánchez-Cervera. En declaraciones a los medios de la Archidiócesis de Madrid, explica con sencillez que, en definitiva, “se trata de que se sientan queridos”. Sin prejuicios.
Y, aún más, haciendo partícipes de lo que se siente como una gran fiesta al conjunto de la comunidad parroquial, que asume con los gastos de la celebración posterior (habrá un castillo de fuegos artificiales y, después, los novios están invitados a las casetas dispuestas para las fiestas patronales, pudiendo sus hijos montarse en las atracciones de la feria). Además, claro, del compromiso de muchos voluntarios, que harán los ramos de novia, los prendidos del ojal de los novios, los adornos de los bancos o una gran tarta para todos los nuevos esposos.
Todo comenzó, meses atrás, cuando el párroco comprobaba que el 80% de los padres que llevaban a sus hijos a bautizar no estaban casados. Entonces, cuando les preguntaba por ello, todos le decían que “no había dinero, no había familia cerca o lo fueron dejando y se les ‘había pasado el arroz’ hace años”. Ahí fue cuando sintió que “la gente tiene que poder acercarse al Señor, y hay que ponérselo fácil”.
Hasta que un día, sin más, decidió “jugársela” y, pese a ser consciente de las posibles críticas en muchos ámbitos, Javier dio el paso y, tras dar el aviso al final de una misa dominical, propuso que se casaran juntas, haciéndose cargo la parroquia de la organización, las parejas que llevaran como mínimo cinco años de convivencia.
Durante este tiempo, las 18 parejas que dieron el “sí” (hoy llega el “sí” definitivo), “se han ido preparando espiritualmente para recibir el sacramento. En junio realizaron todos juntos el cursillo prematrimonial y cada pareja ha tenido un tutor que los ha ido acompañando en todo el proceso”.
Hace una semana, además del ensayo general, “se confesaron todos”. “Hubo bastantes lágrimas”, reconoce el párroco. Un pastor adaptado al signo de los tiempos y que, simplemente, ha encarnado “la gratuidad de Dios. Ahora, todos tienen la sensación de que les ha tocado la lotería, de haber sido mimados y cuidados, de ser unos privilegiados; el deseo de casarse lo tenían y, de repente, la Iglesia, Dios, de manera inesperada para ellos, ha empezado a mover cosas y todo ha sido fácil”.