Durante dos días, el Dicasterio para la Evangelización se ha reunido en una asamblea plenaria extraordinaria que tenía un único fin: “Reflexionar sobre la identidad, la misión, las expectativas y el futuro de la Pontificia Universidad Urbaniana”. Un trabajo que, como ha detallado ‘Vatican News’, también ha contado con “las aportaciones llegadas de las Conferencias Episcopales de muchos países, en particular de Asia y África”.
Habrá que esperar un tiempo para comprobar los pasos a dar en torno a esta prestigiosa universidad eclesial, pero el propio papa Francisco, que hoy ha dirigido un discurso a los presentes en el encuentro, ha dejado varias pistas en este sentido.
Así, Bergoglio, que ha aplaudido “la modalidad sinodal” escogida para promover la reflexión, ha sido tajante respecto al futuro de la Urbaniana: “Hay algún proyecto de ‘disolverla’ con las otras universidades. No, no se puede”.
Y es que, puesto que “la Universidad Urbaniana responde a la autoridad y a la actividad del Dicasterio para la Evangelización”, tal y como se configura “en la Constitución Apostólica ‘Praedicate Evangelium’, es un hecho inobjetable que “la Urbaniana tiene su propia identidad”.
Si nos atenemos al “binomio identidad-misión”, para el Papa también es claro que “la vocación de esta institución académica hace que su identidad haya coincidido siempre con su misión”. Eso sí, siempre desde la realidad de que son “dimensiones abiertas, que deben dejarse mover constantemente por el soplo del Espíritu Santo, que guía la historia y nos llama a interpretar los tiempos que vivimos. Y a hacerlo también con nuestro propio criterio”.
De hecho, “la intuición y los valores fundacionales de la institución siguen siendo tan válidos como siempre, al igual que el recorrido de 400 años desde el antiguo Colegio Urbaniano hasta la Universidad Urbaniana”.
Pero, siendo claro el camino y la actitud que hay que tener al proseguir andando por dicha senda, el Pontífice aclara que “es necesario, sin embargo, que este patrimonio se traduzca en respuestas adecuadas a los interrogantes que la realidad de hoy plantea a la Iglesia y al mundo”.
Lo que se traduce en algo ya recogido en ‘Veritatis gaudium’: “Los estudios eclesiásticos no pueden limitarse a transferir conocimientos, competencias y experiencias a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”, sino que, además, “deben adquirir la urgente tarea de desarrollar instrumentos intelectuales capaces de proponerse como paradigmas de acción y de pensamiento, útiles para el anuncio en un mundo marcado por el pluralismo ético-religioso”. ¿En qué se traduce esto? En tener plena conciencia de que “no vivimos en una sociedad cristiana, pero estamos llamados a vivir como cristianos en la sociedad plural de hoy. Como cristianos y abiertos”.
En cuanto “al otro binomio, expectativa-futuro”, la clave es “el discernimiento exigido a las instituciones universitarias de Roma, que de modo especial dependen de la Sede Apostólica”. Aquí “deben converger la necesidad de elevar la calidad de la oferta educativa y de investigación, y la necesaria racionalización de los recursos humanos y económicos”.
Lo que “requiere una visión capaz de mirar más allá del hoy, que sea capaz de considerar la situación eclesial y social, la vitalidad de las estructuras eclesiales y su sostenibilidad, las necesidades de las Iglesias locales, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y los índices demográficos de las diversas regiones”.
Para no caer en el abismo de “una mera fantasía”, que conduzca a la nada, urge “una sana creatividad”. “No tengáis miedo de la creatividad: hace falta, esta sana creatividad”, enfatiza el Papa. Así, el discernimiento “no se agota en una solución técnica”. Más bien, se llama a tener claro que “un modelo renovado de Universidad, como comunidad de conocimiento y aprendizaje, evite el riesgo de que los estudios se reduzcan al mero cumplimiento de clases, créditos y exámenes”.
Eso sí, “hacer que una institución académica sea atractiva y competitiva requiere profesores dedicados, investigación científica y capacidad para aportar una contribución significativa a la doctrina. Hacer un buen uso de los recursos significa unificar caminos iguales, compartir el profesorado de las seis instituciones, eliminar el despilfarro, planificar las actividades con sensatez y abandonar prácticas y proyectos obsoletos”.
Un punto, este, en el que Francisco se ha dirigido al cardenal Tagle, prefecto del dicasterio, para darle las gracias y valorar que, junto a su secretario, “están haciendo un verdadero trabajo para evitar estas cosas feas y sucias que acabo de decir. Gracias por lo que están haciendo”.
Siendo Jorge Mario Bergolio en esencia, se ha despedido así de los presentes: “Rezo por vosotros, pero, por favor, hacedlo por mí, pues este trabajo es divertido, ¡pero no es fácil!”.