Además, ha abogado por un pacto nacional de migraciones que reúna a todos los partidos políticos, con el fin de superar los discursos ideológicos y oportunistas, y establecer un marco de actuación que conjugue la dignidad humana, el bien común, la seguridad y las responsabilidades compartidas de los estados en el contexto de un mundo globalizado. Por ello, el cardenal ha hecho un llamamiento a la escucha activa tanto dentro como fuera de la Iglesia, para atender “la voz de los que llegan y el clamor de los muertos”, y construir una sociedad fraterna en la que la migración sea reconocida como una parte integral de su realidad y subsistencia.