Hubiera sido ilusorio imaginar que la visita del Papa, a pesar de la mucha importancia que Indonesia le concede, iba a conmocionar la frenética vida de una megalópolis como Yakarta. La capital de Indonesia ha superado los once millones de habitantes divididos en barrios enormemente diferentes los unos de los otros pero yuxtapuestos: los casi abandonados vestigios de la antigua colonia holandesa, los enormes suburbios y un centro donde se acumulan los bloques comerciales, los modernísimos hoteles y las sedes de los edificios públicos. Salta a la vista las escandalosas desigualdades económicas y sociales en un país en vías de un marcado desarrollo, pero donde todavía 25 millones de su habitantes viven en la pobreza.
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La plaza Merdeka (palabra que significa libertad) es el corazón de este conglomerado urbano y en ella se encuentra el Palacio presidencial donde esta mañana (las cuatro y media de la madrugada en España) ha sido recibido el Papa y su séquito del que forman parte Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, y Paul R. Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. Está ausente el Secretario de Estado Cardenal Parolin, que ha permanecido en Italia para presidir los funerales de su anciana madre.
Despliegue institucional
El palacio presidencial construido a finales del siglo XIX en estilo palladiano estaba engalanado con banderas blancas y rojas y gallardetes cuando, procedente de la Nunciatura llegó el Papa, en un coche utilitario (marca Toyota). El vistoso ceremonial típico de estos países asiáticos desplegó toda su parafernalia en la explanada adyacente donde había sido admitida una pequeña multitud con sus trajes tradicionales y un grupo de niños que ejecutó una danza ancestral: guardia de honor a caballo, interpretación de los himnos nacionales (todo ello presenciado por Bergoglio desde su silla de ruedas) y presentación de las respectivas delegaciones.
Acto seguido el Papa y el presidente todavía en funciones ( ya ha sido elegido Prabowo Subianto que le sucederá el próximo 20 de octubre), Joko Widodo, mantuvieron un breve encuentro privado. Finalizado, se dirigieron al Palacio Negara donde tuvo lugar la audiencia con las autoridades políticas y militares, representantes de la sociedad civil y de la cultura y el Cuerpo Diplomático. Unas trescientas personas en total.
Sabio y delicado equilibrio
Era muy esperado el discurso papal que comenzó evocando el lema nacional “unidad en la diversidad” (que literalmente es ‘Muchos pero uno’), expresión de la necesidad histórica de reunir las innumerables diferencias étnicas, lingüísticas, históricas y naturales que conforman el archipiélago indonesio. “Este sabio y delicado equilibrio – dijo- entre la multiplicidad de culturas, las diferentes visiones ideológicas y las razones que fundamentan la unidad, debe ser defendido continuamente contra cualquier desajuste…”.
“A fin de favorecer una armonía pacífica y constructiva que garantice la paz y unifique los esfuerzos para vencer los desequilibrios y bolsas de miseria que aún persisten en algunas zonas del país, la Iglesia católica desea incrementar el diálogo interreligioso”, defendió el Obispo de Roma. “De este modo, se podrán eliminar los prejuicios y se fomentará un clima de respeto y de confianza mutua, factores imprescindibles para afrontar los retos comunes entre los cuales el de contrastar el extremismo y la intolerancia que tergiversando la religión intentan imponerse sirviéndose del engaño y la violencia”, expuso justo después.
Conflictos violentos
El Santo Padre no dejó de lamentar que “existen en el mundo actual algunas tendencias que obstaculizan el desarrollo de la fraternidad universal”. “En diversas regiones vemos surgir conflictos violentos que, a menudo, son el resultado de la falta de respeto muto, del deseo intolerante de hacer prevalecer a toda costa los propios intereses, la propia posición o la propia visión parcial de la historia, aunque eso suponga un sufrimiento interminable para comunidades enteras y dé lugar a auténticas guerras sangrientas”, comentó. No era necesario concretar más para entender que se refería a la guerra en Ucrania y al conflicto israelo-palestino.
Dirigiendo su visión a otra esfera de problemas añadió: ”A veces también surgen tensiones violentas en el interior de los mismos estados porque los que detentan el poder quieren uniformarlo todo imponiendo su visión incluso en asuntos cuya decisión debería dejarse a la autonomía de cada individuo o de los grupos asociados”.
Primer plano
Hizo también una seria advertencia contra “los casos en los que la fe en Dios se coloca continuamente en primer plano pero, a menudo, lamentablemente para ser manipulada y servir no para construir la paz, la comunión, el diálogo, el respeto, la colaboración y la fraternidad, sino para fomentar las divisiones y aumentar el odio”.
La jornada de hoy prevé a primeras horas de la tarde un encuentro en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados/as, seminaristas y catequistas; expresión viva de una iglesia dinámica que no cesa de crecer .