Nuestras primeras hermanas llegaron al Monasterio Cisterciense de San Andrés de Arroyo (Palencia), el 6 de septiembre de 1999 y, en lo que era la antigua casita del capellán, la vida empezó a gestarse.
Unos meses después, el 24 de abril del año 2000, fiesta de la Conversión de Nuestro Padre San Agustín, nos trasladamos a Becerril de Campos (Palencia), al antiguo seminario de los Padres Agustinos, antiguamente, Provincia de Filipinas, que nos cedieron con gran generosidad. Nuestra Orden de San Agustín, árbol fuerte y de hondas raíces en la tierra de la Iglesia, nos reconoció, acogió y custodió como un retoño nuevo y joven.
Empezó allí, en Becerril, una larga etapa de más de 13 años. La vida se iba consolidando, creciendo la comunidad y abriéndose nuevos horizontes como la presencia en el Camino de Santiago, en Carrión de los Condes. Pero fue Sotillo de la Adrada el lugar de nuestro asentamiento definitivo. Justamente desde donde hoy se yergue la cruz de enebro, Mambré, sentimos en el corazón con certeza que estábamos en la tierra donde arraigar.
Desde aquí han ido surgiendo nuevas llamadas y, como un fuego que se extiende y propaga, estamos hoy presentes al otro lado del Atlántico, en Perú y en Estados Unidos…
Este Santo Viaje es la aventura de una llamada aún joven, casi aún por estrenar. Somos una nueva forma de vida contemplativa, dentro de la Orden de San Agustín, cuyos pilares espirituales son la llamada a vivir una constante conversión y comunión hacia Dios desde una contemplación que se entrega y da a los otros a través de la acogida y evangelización directa. En nosotras resuena, como palabra de vida, la oración sacerdotal de Jesús: “Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21).
Las notas de la nueva comunidad son las propiamente agustinianas: contemplación, fraternidad y apostolado; que se nutren, a su vez, de las tres fuentes de nuestro carisma: la Palabra de Dios, el caudal espiritual y teológico de Agustín y los rasgos de las Órdenes Mendicantes, añadiendo la tradición cultural e histórica que, como rico patrimonio religioso y espiritual, ha tenido la Orden a lo largo de los siglos.
La fuente inspiradora fue la urgencia de un retorno del hombre a Dios. El grito “¡Hombre, vuelve a Dios!”, de san Agustín, ha resonado con fuerza en nuestro corazón y nos ha impelido a caminar y a trazar un camino de retorno a Él.
Tras 25 años de vida, desde el 6 de septiembre de 2024 y hasta el 6 de septiembre de 2025, las hermanas celebramos un año jubilar con motivo de este aniversario. Celebraremos distintos actos para hacer memoria de la bondad y misericordia de Dios con nosotras.
La programación preparada para este jubileo se inicia con este Triduo festivo del 6, 7 y 8 de septiembre y continuarán a lo largo del año en los tiempos fuertes, como Adviento y Navidad; la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que se celebra en enero; Cuaresma y Triduo Pascual, así como las fiestas agustinianas del 24 de abril y finales de agosto.
Para todas nosotras, será un tiempo de júbilo y de acción de gracias, de conversión y de reconciliación y de renovación espiritual de la propia llamada, por eso pedimos vuestra oración y compañía. Que lo que Él inició en nosotras, lo lleve a término.
“Le buscamos a Él, seguimos apasionadamente su rastro. La vida es el Santo Viaje de Conversión, de retorno, de vuelta a la Comunión de la que salimos. Confía en su amable compañía. Un horizonte de gracia nos espera. Vamos hacia Él” (Santo Viaje, ‘Libro de la Comunidad’).