Sor Paz, una de las diez clarisas excomulgadas por formar parte de la comunidad cismática de Belorado, ha abandonado el convento. Así lo adelantó ayer el programa ‘Todo es Mentira’ de Cuatro y lo ha podido confirmar ‘Vida Nueva’ de fuentes cercanas al monasterio burgalés.
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Según estas mimas fuentes, las desavenencias entre sor Paz, la ex vicaria de la comunidad, y la ex abadesa, sor Isabel de la Trinidad, estarían detrás de esta decisión. Precisamente, sor Paz es uno de los rostros más conocidos del grupo cismático. Como vicaria del convento, se la pudo ver acompañando a la líder del grupo durante su visita a los juzgados de Burgos para ratificar la denuncia interpuesta contra el arzobispo de Burgos y comisario pontificio, Mario Iceta.
Mano tendida
Desde el Arzobispado de Burgos desconocen estas circunstancias, dónde y cómo se encuentra la clarisa excomulgada, pero reiteran su mano tendida para que sor Paz “vuelva a casa” en tanto que “la Iglesia siempre está dispuesta a acoger a todos sus hijos e hijas con misericordia”.
De esta manera, comenzaría a resquebrajarse el núcleo que ha sido fiel a la priora defenestrada desde que el pasado 13 de mayo se hiciera público su ruptura con la Iglesia católica. Hasta ese momento, al margen de las cinco religiosas mayores que no se han pronunciado públicamente sobre el cisma, solo una monja se rebeló contra los planes cismáticos de Laura Gil de Viedma, nombre civil de la abadesa defenestrada. Sor María Amparo se enfrentó a ella y al entonces mentor de Belorado, el falso obispo Pablo de Rojas, y decidió abandonar el convento, aunque oficialmente sigue formando parte de la comunidad de clarisas de Belorado.
Confianza en el aire
Hasta ahora, sor Isabel de la Trinidad contaba con el apoyo inequívoco de nueve compañeras que, en diferentes intervenciones públicas en televisión y en redes sociales, habían manifestado su respaldo total y unánime. Sin embargo, esta confianza se habría quebrado, al menos en parte, a tenor de la salida de sor Paz.
Lo cierto es que los vaivenes protagonizados este verano por la comunidad cismática no hablan precisamente de que el convento sea un remanso de paz y quietud. A la decisión de fichar como mentor a un falso obispo brasileño sedevacantista, Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, se suman los problemas económicos y la negativa del Ministerio del Interior de reconocer la asociación civil que intentaron crean las ex monjas.