La alerta del papa Francisco, a los católicos de Papúa Nueva Guinea: “Los maleficios y la brujería no cambian nuestra vida”

El papa Francisco, durante la misa celebrada en Papúa Nueva Guinea

“¡Sed fuertes, no temáis!”. Esta cita del profeta Isaías que se lee este domingo en las eucaristías de todo el planeta fue el arranque de la homilía del papa Francisco en la misa que presidió en el Sir John Guise Stadium de Port Moresby. Más de 35.000 personas arroparon al pontífice en esta segunda y última jornada en Papúa Nueva Guinea, durante una celebración en la que buscó ser signo de esperanza para una Iglesia joven y que está creciendo de forma vertiginosa.



Al adentrarse en el Evangelio de la curación de Jesús al sordomudo, el Obispo de Roma se detuvo en cómo muchos hombres y mujeres se sienten “apartados de la comunión y de la amistad con Dios y con los hermanos cuando” el corazón está “obstruido”. Francisco alertó a los presentes de la tentación de caer en “una sordera interior y un mutismo del corazón” que trae consigo “el egoísmo, la indiferencia, el miedo a arriesgarse e involucrarse, el resentimiento, el odio”.

Para ello, invitó a los católicos de aquellas latitudes a acercarse a Jesús: “El Señor toca a los que están impuros y, de esta manera, establece un contacto, anula la distancia para hacerse cercano”. “Sí, porque Jesús vence la cerrazón del corazón, nos ayuda a superar nuestros miedos, abre nuestros oídos, suelta nuestra lengua, para que así nos redescubramos como hijos amados de Dios y hermanos entre nosotros”, remarcó el Obispo de Roma.

El estadio de Port Moresby, durante la misa papal celebrada en Papúa Nueva Guinea

El estadio de Port Moresby, durante la misa papal celebrada en Papúa Nueva Guinea

A partir de esta reflexión, invitó a su auditorio a “abrirse a Dios, abrirse a los hermanos, abrirse al Evangelio y hacer de él la brújula de nuestra vida”. “No estamos en las manos del destino, ni son los maleficios o la brujería los que cambian nuestra vida”, remarcó, sabedor de que todos estos fenómenos son una realidad presente en esta isla del Océano Pacífico. “Digamos “no” a todo eso, porque nos encierra en el engaño y en el miedo”, añadió justo después.

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