Los obispos de la Comisión Episcopal de Educación Católica, conjuntamente con los presidentes del Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) y de la Federación de Asociaciones Educativas Religiosas de la Argentina (FAERA) dirigieron un mensaje a los docentes en este “Día del Maestro” que se celebra en todo el país.
Encabezaron el mensaje con una clara definición: “Enseñar al que no sabe es una obra de misericordia”. Y les dijeron a los docentes que los reconocen por el trabajo digno y la pasión, no exenta de pruebas y desafíos en el quehacer cotidiano, agravados por el contexto social y cultural, y por la silenciosa tarea de construir la base más sólida y noble de la convivencia. “Sepan que no están solos, porque en los lugares más extremos del país existe un ingente número de hombres y mujeres de la educación que comparten este ideal”, enfatizaron.
Refiriendo al texto de San Pablo, 1Cor 3, 6.8, en el que escribía a la comunidad dividida de Corinto: «Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios. No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de acuerdo con el trabajo que haya realizado», afirmaron que, si bien la educación no es una siembra, tiene asombrosas semejanzas, porque los educadores pasan muchas horas esparciendo semillas de saberes, respetando edades y capacidades intelectuales.
El proceso educativo tiene muchas bondades, pero el educador sólo puede apreciar los frutos a largo plazo porque los tiempos de la educación son muy diversos a cualquier otra actividad, y hay que aprender de la paciencia del agricultor. “No obstante, todos reconocemos que su proyección es inimaginable en la construcción de una sociedad más justa y fraterna“. confirmaron los autores del mensaje.
“No podemos omitir una realidad que nos humilla a todos, a la vez que nos interpela. Enseñar en algunos ambientes con índices extremos de pobreza infantil hace pesar sobre la escuela un desafío muy grande”, señalaron los organismos de educación, y apelaron a las palabras del papa Francisco, quien aseguró que “Educar es un acto de esperanza”.
Agregaron que educan en esperanza, porque privar a los estudiantes de este derecho fundamental es dejarlos librados a la indigencia más humillante: sin posibilidad de una vida digna, sin medios de saber, de pensar, de trascender y de conocer y amar a Dios, fuente de toda razón y justicia. Creen que el compromiso con esta realidad define al docente como el agente social más solidario al lado de las familias más vulnerables. La Iglesia cuenta con ustedes porque forman parte de su misión evangelizadora.
Convocaron a unirse en oración el próximo 17 de septiembre para agradecer a Dios por la vida y entrega de Don José Manuel Estrada (1842-1894), educador laico, quien cobró protagonismo ante lo que se conoció como la Generación del Ochenta, en defensa de la fe y la religión, la libertad, la República y la Constitución. Harán memoria agradecida por aquella multitud de docentes anónimos, y pedirán a Dios que les permita gozar de la luz de su rostro.
Finalmente, pidieron la bendición de Jesús Maestro para todos los docentes y sus familias, para que los fortalezca ante las pruebas y los consuele en la adversidad, y la Virgen de Luján los cuide en el camino de la vida.