No por ser Sucesor de Pedro, Jorge Mario Bergoglio ha dejado nunca de ser y sentirse jesuita y eso a pesar de que durante sus muchos años de vida en la Compañía de Jesús no le faltaron sinsabores y críticas muy ácidas e incluso un ”exilio” cuando fue mandado como profesor de literatura a un colegio de Mendoza.
En casi todos sus viajes apostólicos Francisco reserva, por eso, un rato para encontrar a los que en la jerga de los hijos de San Ignacio llaman los “nostrates” (los nuestros, los de casa) para mantener con ellos un diálogo franco y abierto a todas las cuestiones. El contenido de esas conversaciones aparece después en las páginas de “La Civiltá Cattolica” la revista de la que sigue siendo la más numerosa e influyente congregación religiosa masculina.
Al ser esta vez cuatro los países visitados ha tenido, por eso, la posibilidad de encontrar un alto número de sus congéneres. El primer encuentro tuvo lugar el 4 de septiembre en la Nunciatura Apostólica de Yakarta a la que acudieron 200 jesuitas; en Papúa Nueva Guinea, al ser muy reducido el número de hijos de San Ignacio se renunció a esa posibilidad; volvió sin embargo a repetirse en Dili , la capital de Timor Oriental, el 10 de septiembre y nada más llegar a Singapur, a primeras horas de la tarde, volvió a reunirse con otro grupo pero esta vez no se celebró en la Nunciatura sino en la casa de retiro de San Francisco Javier donde reside el Papa.
Lo único que hasta ahora se ha filtrado es que la atmósfera ha sido muy fraterna y muy franca disponiendo los jesuitas de absoluta libertad para plantearle al Santo Padre problemas candentes de la actualidad religiosa y eclesial.