“Estoy pensando un poco en ir a Canarias, porque allí hay situaciones de migrantes que vienen del mar y me gustaría estar cerca de los gobernantes y de la gente”. Así se ha expresado hoy el papa Francisco textualmente durante la rueda de prensa en el avión que le ha llevado a Roma tras su gira de 12 días por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Once años de pontificado y el papa Francisco todavía no ha pisado suelo español. Y eso que conoce a la perfección la realidad sociopolítica y eclesial de nuestro país y está al tanto de la actualidad a diario. Más de lo que se pudiera imaginar. Sin embargo, ahora más que nunca podría cobrar forma una peregrinación a la que Juan Pablo II definía como ‘Tierra de María’. ¿El destino? Las islas Canarias.
Lo cierto es que la posibilidad de que Jorge Mario Bergoglio fuera a Canarias se viene barajando desde que parecía materializarse la posibilidad de un viaje a Argentina, su tierra natal. Al igual que sucede con España, el Obispo de Roma tampoco ha pisado en esta década la tierra que le vio nacer.
En este contexto, se ha llegado a hablar de que la visita al archipiélago español sería una escala de unas horas a la ida o al regreso de Buenos Aires. Y, evidentemente, la agenda fundamental pasaría por tocar de primera mano el drama migratorio tanto en alguno de los puestos donde llegan los cayucos como en los centros donde se encuentran internados los africanos que logran sobrevivir a la travesía en el Atlántico.
Sin embargo, con ese deseo manifiesto que ha expresado el Papa, lo más probable es que Canarias se convirtiera en un viaje independiente. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la Santa Sede han optado por medir más los tiempos con respecto a Argentina, a la espera de las repercusiones que en la calle pudieran tener las medidas que está adoptando el Gobierno de Javier Milei.
De hecho, sobre un futurible viaje a Argentina, Francisco ha dejado claro que “es algo que todavía no está decidido. Me gustaría ir, es mi pueblo, me gustaría ir, pero aún no está decidido”. “Primero hay que resolver varias cosas”, dijo sin ofrecer más detalles.
Junto a esta mirada favorable a una posible presencia en España, Francisco desmintió en el avión que vaya a estar presente en la reapertura de la catedral de Notre Dame en París el próximo 8 de diciembre.
El Santo Padre fue categórico en su negativa, a pesar de la insistencia que tanto el Episcopado galo como el presidente Emmanuel Macron habrían mostrado ante un acontecimiento de relevancia vinculado a uno de los iconos de la nación, máxime tras la compleja reconstrucción que se ha llevado a cabo después de las llamas que devoraron el templo en abril de 2019.
Así pues, rechazada esta propuesta, se da por hecho que el Obispo de Roma asistirá, como es habitual a la Plaza de España en esa fecha para rezar a los pies de la imagen de la Inmaculada Concepción que se levanta ante la Embajada de España cerca de la Santa Sede.
Vinculado a Francia, el Papa también tuvo que abordar un asunto vinculado a la lacra de los abusos en el seno de la Iglesia. Y es que, en estas semanas, el país ha visto caer a uno de sus principales mitos en lo que a la ayuda a los pobres se refiere. Se trata del Abbé Pierre, sacerdote fundador de los llamados Traperos de Emaús, una de las entidades más prestigiosas en apoyar a los excluidos.
Su fama de santidad se ha venido abajo después de confirmarse hace justo una semana que las denuncias corroboradas de hasta diecisiete víctimas de agresiones por parte de quien fuera galardonado con la Gran Cruz de la Legión de Honor.
“Es un hombre que hizo mucho bien, pero también es un pecador. Debemos hablar claramente de estas cosas, no escondernos. El trabajo contra los abusos es algo que todos debemos hacer”, manifestó Francisco al respecto. Al hilo de esta cuestión, expuso que se alegra “cuando se saben estos casos”.
En el turno de preguntas durante el vuelo, Francisco también se topó con la crisis de Venezuela. “Las dictaduras no sirven de nada y acaban mal, tarde o temprano. Lean la historia de la Iglesia… Diré que el Gobierno y el pueblo hagan todo lo posible por encontrar un camino de paz en Venezuela. ”, dijo sin referirse directamente a Nicolás Maduro.
Ante las próximas elecciones en Estados Unidos, los periodistas le han preguntado sobre consejos para los votantes católicos. “Ambos están en contra de la vida, tanto el que echa a los migrantes como el que mata a los niños. Ambos están en contra de la vida. No se puede decidir, yo no puedo decir, no soy de Estados Unidos, no voy a votar allí. Pero seamos claros: tanto el no dar a los migrantes la posibilidad de trabajar como el no brindarles acogida es un pecado, es grave”, ha afirmado con rotundidad.
Según sus palabras, “quien no cuida al migrante comete una falta, es un pecado, un pecado también contra la vida de esas personas. La migración es un derecho que ya estaba en la Sagrada Escritura y en el Antiguo Testamento. El extranjero, el huérfano y la viuda, no lo olviden”.
Y sobre el aborto, ha dejado claro que “abortar es matar a un ser humano. Te guste o no te guste la palabra, pero es matar. La Iglesia no se cierra porque no permite el aborto, la Iglesia no permite el aborto porque mata. Es un asesinato, ¡es un asesinato! Y en esto debemos ser claros: alejar a los migrantes, no dejarlos desarrollarse, no dejarlos tener vida es algo malo, es maldad. Alejar a un niño del pecho de su madre es un asesinato, porque hay vida. Y sobre estas cosas hay que hablar claro. ‘No, pero sin embargo…’. Nada de ‘peros’, ambas cosas son claras”.
Insistiendo sobre esta cuestión, Bergoglio ha recordado que “en la moral política, por lo general, se suele decir que no votar es malo, no es bueno. Hay que votar y hay que elegir el mal menor. ¿Quién es el mal menor? ¿Esa señora o ese señor? No lo sé, que cada uno en conciencia piense y haga esto”.
En relación a la guerra en Gaza, Francisco ha señalado que “la Santa Sede está trabajando” en el fin del conflicto. “Todos los días llamo a Gaza, todos los días, a la parroquia de Gaza. Allí, en la parroquia y en el colegio, hay 600 personas: cristianos y musulmanes, pero viven como hermanos. Pero me cuentan cosas malas, cosas difíciles”.
“No puedo calificar si esta acción de guerra es demasiado sangrienta o no, pero, por favor, cuando se ven cadáveres de niños asesinados, cuando se ve que por presunción de que hay guerrilleros se bombardea una escuela, esto está mal, esto está mal. Es feo. A veces la gente dice que es una guerra defensiva o no, pero a veces pienso que es demasiada, demasiada guerra y que -me disculpo por decir esto-, pero no me parece que se estén dando pasos para hacer la paz”, ha añadido.