En 2016, el salesiano Virgílio do Carmo da Silva fue nombrado obispo de Dili, capital de Timor Oriental, que Francisco transformaría en archidiócesis en 2019. Así, en el consistorio de 2022 convirtió al religioso en el primer timorense con birreta cardenalicia.
Gestos de cercanía del Papa a este pequeño país de mayoría católica que han provocado que la recepción del Pontífice sea apoteósica. En la mayoría de los actos, el purpurado ha podido vivir de cerca el abrazo de Jorge Mario Bergoglio a un pueblo que lucha por mantener su identidad a pesar de las dificultades. En medio de una intensa jornada comparte con Vida Nueva sus impresiones.
PREGUNTA.- ¿Se esperaban una visita de Francisco o ha sido toda una sorpresa?
RESPUESTA.- No ha sido una sorpresa del todo. Nosotros esperábamos esta visita porque ya se le había cursado una invitación al Papa antes de la pandemia. De hecho, se nos había confirmado que el Pontífice esperaba poder hacerla en torno a 2021. Luego el viaje tuvo que ser cancelado. Así, el año pasado, durante el Sínodo en Roma, los obispos insistieron al Papa y él les aseguró que la visita estaba sobre la mesa, poco después se confirmó… Entonces comenzamos a prepararla y, lógicamente, ha supuesto una alegría para todos nosotros.
P.- ¿Cómo ha sido la acogida de la comunidad cristiana al Papa?
R.- Sigo muy impactado, porque desde el momento en el que llegó Francisco, yo, personalmente, jamás podría imaginarme que vería a toda esta multitud de gente que ha llenado las calles esperando bajo el sol, en medio de tanto calor. Ha sido una cosa impresionante, la gente aguantaba y se han repetido escenas de la última visita de un papa a Timor que fue hace 35 años. Después de estas décadas, volver a vivir esta experiencia nos ha suscitado en parte la nostalgia de cómo se vivió aquel viaje en el que el pueblo se volcó para recibir con mucha ilusión a Juan Pablo II.
Aquí son muchos los cristianos que ven siempre en la televisión los mensajes que dan siempre los papas, pero poder verle por fin aquí, tenderle la mano, ver cómo se para a abrazar a los niños, cómo saluda a los que están enfermos, tener al Pontífice tan cerca, metido en medio de la gente, poder tocarlo y ver tocar la realidad de las personas… ha sido impresionante.
P.- ¿Las reacciones del pueblo han sido muy espontáneas?
P.- Ha sido muy emocionante cuando hemos ido a la escuela de las Irmãs Alma, que tienen el carisma de cuidar a los niños con discapacidad y necesidades especiales. Hemos vivido una experiencia espectacular al ver a Francisco abrazando a los niños. Las familias que tienen hijos enfermos estaban muy emocionadas.
Luego en el encuentro con los obispos, los sacerdotes, religiosos y religiosas en la catedral ha sido fantástico poder ver también a los padres y madres de los seminaristas, también a algún grupo de enfermos… y todos estaban sintiendo la cercanía del Papa. Es difícil de expresar con palabras, pero nos deja una alegría que llega desde lo profundo, porque no solo hemos experimentado la presencia del Vicario de Cristo sino que se ha metido en medio de nuestra vida, en medio de la realidad de Timor.