El arzobispo de Burgos y comisario pontificio del ‘caso Belorado’, Mario Iceta, ha dado un paso al frente y ha interpuesto la demanda de desahucio para expulsar a las ex religiosas que residen en el convento de Santa Clara. Iceta da un paso al frente cuando se cumplen cuatro meses de que la que fuera priora de la comunidad, sor Isabel de la Trinidad, anunciara que rompía toda relación con la Iglesia católica y renegara del Concilio Vaticano II y de todos los papas posteriores a Pío XII.
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Según recoge un comunicado de la Archidiócesis burgalesa, en la tarde de hoy 16 de septiembre se han presentado la demanda en el Juzgado de Briviesca. En la nota del Arzobispado, se recuerda que el cisma provocado por las ya ex monjas ha provocado que carezcan de “título legal para habitar los inmuebles pertenecientes a los monasterios que ocupaban”.
Período prudencial
De la misma manera, se explica que “después de un período prudencial de espera, comprobado que no ha habido ningún intento de reconsideración por parte de las exreligiosas, los servicios jurídicos” han optado por judicializar su salida del convento, como ya adelantó ‘Vida Nueva’.
A la par, el Arzobispado de Burgos recuerda que en estos meses el propio Estado dio un revés al intento del grupo cismático de hacerse con la titularidad de los inmuebles. Así, detalla cómo el Ministerio del Interior denegó el registro de “las asociaciones que las exreligiosas habían creado con las que pretendían transformar las entidades jurídicas canónicas de los monasterios en asociaciones civiles, algo que es jurídicamente inviable”.
El estado de las ancianas
En el comunicado, desde el equipo de Mario Iceta vuelven a manifestar su preocupación por “el estado de salud y el cuidado de las cinco hermanas mayores, que conforman la comunidad monástica”, ante la negativa de la priora defenestrada de ajustarse a los protocolos establecidos por la comisión gestora burgalesa.
En cualquier caso, desde el Arzobispado se recalca que “la Iglesia vuelve a manifestar su disposición a ayudar en el camino de retorno a la comunión eclesial, donde serían acogidas con delicadeza y misericordia, a imagen de la parábola del hijo pródigo”.