‘Los que esperan en el Señor caminan sin cansarse (cf. Is 40,31)’. Así reza el título del Mensaje del papa Francisco para la XXXIX Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el próximo 24 de noviembre en todas las diócesis del mundo.
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“Hoy vivimos tiempos marcados por situaciones dramáticas que generan desesperación e impiden mirar el futuro con serenidad: la tragedia de la guerra, las injusticias sociales, las desigualdades, el hambre, la explotación del ser humano y de la creación. Hoy el Señor abre frente a ustedes un camino y los invita a recorrerlo con gozo y esperanza”, comienza advirtiendo el Pontífice.
La peregrinación de la vida y sus retos
En su texto, Jorge Mario Bergoglio invita a los jóvenes a reflexionar en torno a dos aspectos: el caminar y el cansancio.
“Como se los he dicho muchas veces, ‘ver la vida desde el balcón’, para ustedes, los jóvenes, no puede ser suficiente”, afirma el Papa invitándoles a ponerse en camino.
No obstante, “es normal que, aunque hayamos iniciado nuestros recorridos con entusiasmo, tarde o temprano comencemos a sentir cansancio. En algunos casos, lo que provoca ansiedad y cansancio interior son las presiones sociales que constriñen a alcanzar ciertos estándares de éxito en los estudios, el trabajo y la vida personal”.
“Esto produce depresión -continúa-, ya que vivimos en el afán de un activismo vacío que nos lleva a llenar el día con miles de cosas y, a pesar de ello, tener la sensación de nunca hacer lo suficiente y nunca estar a la altura. A este cansancio se une frecuentemente el hastío. Es ese estado de apatía e insatisfacción de quien no se involucra en nada, no se decide, no elige, nunca arriesga y prefiere permanecer en su zona de confort, encerrado en sí mismo, viendo y juzgando el mundo detrás de una pantalla, sin jamás ‘ensuciarse las manos’ con los problemas, con los demás, con la vida”.
Para Francisco, “este tipo de cansancio es como un cemento en el cual están sumergidos nuestros pies, que termina por endurecerse, se vuelve pesado, nos paraliza y nos impide caminar”. “¡Prefiero el cansancio de quien está en camino que el hastío de quien permanece detenido y sin deseo de caminar!”, ha exclamado.
En este sentido, ha recordado que “la solución al cansancio, paradójicamente, no es detenerse a descansar. Es más bien ponerse en camino y volverse peregrinos de esperanza. Quien de entre ustedes haya participado en una carrera —no como espectador, sino como protagonista— sabe bien la fuerza interior que se necesita para alcanzar la meta”.
Peregrinos en el desierto
Según reconoce el Pontífice, “en la peregrinación de la vida habrá retos inevitables que afrontar. En esos momentos, el Señor no nos abandona; se hace cercano a nosotros mostrándonos su paternidad y nos da siempre el pan que reaviva nuestras fuerzas y nos pone de nuevo en camino”. Por eso, “los invito a redescubrir el gran don de la Eucaristía”.
De turistas a peregrinos
“La invitación que les hago es a ponerse en camino. Pero no se pongan en camino como simples turistas, sino como peregrinos. Que vuestro caminar no sea simplemente un pasar por los lugares de la vida de forma superficial: sin captar la belleza de lo que van encontrando, sin descubrir el sentido de los caminos recorridos, capturando breves momentos, experiencias fugaces para conservarlas en un selfie”, explica.
“El turista hace esto -prosigue-. El peregrino, en cambio, se sumerge de lleno en los lugares que encuentra, los hace hablar, los convierte en parte de su búsqueda de la felicidad”.
Peregrinos de esperanza para la misión
En este próximo Año Santo de la Esperanza, “los invito a todos a experimentar el abrazo del Dios misericordioso, a experimentar su perdón, la remisión de todas nuestras ‘ofensas interiores’. Y así, acogidos por Dios y renacidos en Él, conviértanse también ustedes en brazos abiertos para tantos de sus amigos y coetáneos que necesitan sentir, a través de vuestra acogida, el amor de Dios Padre”, sostiene Bergoglio.
Por último, dirigiéndose a cada joven que le lea, les recuerda que los lleva a todos “en el corazón y confío el camino de cada uno de ustedes a la Virgen María, para que, siguiendo su ejemplo, sepan aguardar con paciencia y confianza lo que esperan, permaneciendo en camino como peregrinos de esperanza y de amor”.