El papa Francisco ha retomado hoy las audiencias generales de los miércoles tras un parón de dos semanas por su visita apostólica a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Precisamente sobre su gira por Asia y Oceanía ha querido compartir sus impresiones con los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro.
“¡Doy gracias al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita!”, ha comenzado diciendo el Pontífice. “Una primera reflexión que surge espontáneamente tras este viaje es que, al pensar en la Iglesia, seguimos siendo demasiado eurocéntricos. En realidad, ¡la Iglesia es mucho más grande y está más viva!”, ha afirmado antes de adentrarse en la realidad de cada uno de los cuatro países.
“En Indonesia, los cristianos son aproximadamente el 10%, y los católicos el 3%. Pero lo que encontré fue una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio en un país que tiene una cultura muy noble, proclive a armonizar la diversidad, y que al mismo tiempo cuenta con la mayor presencia de musulmanes del mundo”, ha destacado.
En ese contexto, “tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y culturales. Allí vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y la guerra”, ha señalado.
“Encontré la belleza de una Iglesia misionera, ‘en salida’, en Papúa Nueva Guinea, un archipiélago que se extiende hacia la inmensidad del océano Pacífico. Allí, las diferentes etnias hablan
más de ochocientas lenguas: un entorno ideal para el Espíritu Santo, al que le encanta hacer resonar el mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes. Allí, de manera especial, los protagonistas fueron y siguen siendo los misioneros y los catequistas”, ha explicado.
Al mismo tiempo, ha señalado que le ha alegrado “el corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencia, sin colonialismo económico o ideológico; un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso ambiente natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un ‘laboratorio’ de este modelo de desarrollo integral, animado por el ‘fermento’ del Evangelio”.
“La fuerza de promoción humana y social del mensaje cristiano destaca de forma particular en la historia de Timor Oriental. Allí, la Iglesia ha compartido el proceso de independencia con todo el pueblo, orientándolo siempre hacia la paz y la reconciliación. No se trata de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se convierte en cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva”, ha compartido.
Pero, sobre todo, “me impresionó la belleza de ese pueblo: un pueblo probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento. Un pueblo que no solo genera muchos niños, sino que les enseña a sonreír. Y esto es una garantía para el futuro. En resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. ¡Respiré ‘aire de primavera’!”, ha añadido.
La última etapa de este viaje fue Singapur. “Un país muy diferente de los otros tres: una ciudad-estado, muy moderna, el polo económico y financiero de Asia y más allá. Los cristianos allí son una minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones. Incluso en la rica Singapur existen los ‘pequeños’, que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, testimonios de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar”, ha apuntado.
Al final de la audiencia general, Jorge Mario Bergoglio ha vuelto a rezar por la paz: “No olvidemos que la guerra es una derrota. No nos olvidemos de Palestina, de Israel, no nos olvidemos de la atormentada Ucrania, de Myanmar y de muchos lugares donde hay guerras, guerras feas. Que el Señor nos dé a todos un corazón que busque la paz para vencer la guerra que, esa guerra, es siempre una derrota”.
Por otro lado, el Papa ha recordado que el próximo 21 de septiembre se celebrará la Jornada Mundial del Alzheimer: “Rezamos para que la ciencia médica pueda ofrecer pronto perspectivas de tratamiento para esta enfermedad y que se activen cada vez más intervenciones apropiadas para apoyar a los pacientes y sus familias”. Así, ha mostrado su cercanía a los afectados por las lluvias torrenciales en centro Europa.