La Guardia di Finanza italiana es un cuerpo militar que, en su origen, fue creado para la vigilancia financiera y la defensa de las fronteras, y que más adelante asumiría las tareas de la policía fiscal y económico-financiera y de policía en el mar. Hoy, entre sus labores, está la de asistir y rescatar a los migrantes que llegan a las costas italianas.
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A estos militares ha recibido hoy el papa Francisco en el Vaticano, con motivo del 250 aniversario de su fundación, y les ha agradecido su labor, especialmente, con los migrantes. Además, citando el lema elegido para el aniversario, ‘En la tradición está el futuro’, el Papa ha repasado brevemente la historia de este cuerpo militar.
“Vuestro Santo Patrón es San Mateo -hoy es la fiesta-, apóstol y evangelista”, ha recordado Francisco. “Él, de hecho, había sido publicano, es decir, recaudador de impuestos, profesión doblemente despreciada en tiempos de Jesús, porque estaba subordinada al poder imperial y porque era corrupta”, ha relatado, subrayando que Mateo “representaba una mentalidad utilitaria y sin escrúpulos, devota únicamente del ‘dios dinero'”.
“Incluso hoy en día, una lógica similar repercute en la vida social”, ha lamentado Francisco, “provocando desequilibrios y marginación, como el desperdicio de alimentos, que es un escándalo, y excluyendo a los ciudadanos del disfrute de algunos de sus derechos. Incluso el Estado puede acabar siendo víctima de este sistema”.
Francisco contra la corrupción
En este contexto, el Papa ha subrayado que este cuerpo militar está llamado a “contribuir a la justicia de las relaciones económicas, verificando el cumplimiento de las normas que rigen las actividades de las personas y de las empresas”. Por ello, han de vigilar “el deber de todo ciudadano de contribuir según criterios de equidad a las necesidades del Estado, sin favorecer a los más fuertes, y combatir el uso inadecuado de internet y de las redes sociales”.
Por ello, “ya sea en relación con la recaudación de impuestos o en la lucha contra el trabajo no declarado y mal remunerado –que es otro escándalo– o, en cualquier caso perjudicial para la dignidad humana, su acción es de primordial importancia”.
“La palabra ‘corrupto'”, ha señalado Francisco, “que en italiano es ‘corr-rotto’, recuerda a corazón roto, el corazón roto, manchado por algo, arruinado”. Así, ha insistido en que la corrupción “revela una conducta antisocial tan fuerte que disuelve la validez de las relaciones y de los pilares sobre los que se fundamenta una sociedad”. Por tanto, para Francisco, “la respuesta, la alternativa, no está sólo en las reglas, sino en un ‘nuevo humanismo’, en refundar la humanidad”.
Una vida diferente
En este sentido, “la mirada de Jesús, puesta en el joven Mateo, dice que la dignidad y la vida del hombre son el corazón de la vida de un pueblo”. Y es que Mateo “pasó de la lógica del beneficio a la de la equidad. Pero, en la escuela de Jesús, también fue más allá de la equidad y la justicia y conoció la gratuidad, el don de sí que genera solidaridad, compartir, inclusión. La gratuidad no es sólo una dimensión financiera, sino una dimensión humana”.
“Convertirse en personas al servicio de los demás, gratuitamente, sin buscar el propio beneficio”, ha aseverado el Papa, “porque, si la justicia es necesaria, no basta con llenar esos vacíos que solo la generosidad, la caridad y el amor pueden sanar”.
“Vuestro servicio no se limita a la protección de las víctimas, sino que incluye el intento de ayudar al renacimiento de quienes cometen errores: de hecho, actuando con respeto e integridad moral podéis tocar las conciencias, mostrando la posibilidad de una vida diferente”, ha concluido Francisco, subrayando que, de esa manera, “podemos y debemos construir una alternativa a la globalización de la indiferencia, que destruye con violencia y guerra, pero que también descuida el cuidado de la sociedad y el medio ambiente”.