“El padre Arrupe fue un hombre de Dios. Yo estoy haciendo lo posible para que llegue a los altares”. Así lo desveló el papa Francisco durante el encuentro que mantuvo con un grupo de jesuitas el 11 de septiembre en el St. Francis Xavier Retreat Centre de Singapur. El contenido de esta cita ha sido publicado hoy a través de la transcripción del encuentro realizada por Antonio Spadaro en ‘La Civiltà Cattolica’.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Ante los jesuitas asiáticos, elogió la figura del que fuera prepósito general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983. “Es realmente un modelo de jesuita: no tenía miedo, nunca hablaba mal de los demás, se entregó por la inculturación de la fe y por la evangelización de la cultura”. Con estas palabras describió Francisco al religioso bilbaíno. Además, admitió que “algunas veces he ido en secreto al Gesù -la iglesia de los jesuitas en Roma- para rezar, y siempre he pasado por la tumba del padre Arrupe”. “Evangelizar la cultura e inculturar la fe: esa es la misión fundamental de la Compañía”, expuso el pontífice argentino tras hacer un perfil del jesuita.
Gestos de humildad
En el marco de esta reflexión, compartió cómo Arrupe sufrió “con perdón y misericordia” ante las embestidas que sufrió tanto dentro de la Compañía como desde el Vaticano. “Cuando san Juan Pablo II nombró al padre Paolo Dezza como delegado pontificio para la Compañía, quien permaneció en el cargo hasta la elección del nuevo General, Arrupe le besó la mano”, recuerda Jorge Mario Bergoglio.
Incluso repasa un episodio que vivió como provincial de los jesuitas argentinos: “Tenía a un jesuita involucrado con aquellos que se oponían a la Congregación General y al padre Arrupe. Eran grupos muy militantes. Yo lo llamé. Una vez me dijo: ‘El día más feliz de mi vida será cuando vea al padre Arrupe ahorcado en la Plaza de San Pedro’”.
Tener luz
Más allá de Arrupe, entre otras cuestiones, los jesuitas de Singapur preguntaron a Francisco sobre el ‘martirio’ que implica ser Obispo de Roma. ¿Su respuesta? “Ser Papa es una cruz, como lo es la tuya. Cada uno tiene su propia cruz. El Señor te acompaña, te consuela, te da fuerza. Y muchas veces tienes que rezar mucho para tener la luz en las decisiones”.
A renglón seguido, Francisco compartió que “intento no perder el sentido del humor. Esto es realmente importante. El sentido del humor es salud”. “Tal vez exagero, pero ser Papa no es más difícil ni muy diferente a ser sacerdote, monja, obispo. En resumen, significa estar en el lugar donde el Señor te ha puesto, seguir tu vocación: no es una penitencia”, añadió.
Sobre el balance que hace de su pontificado, Francisco comentó de manera ocurrente: “En un libro del periodista Gerald O’Connell leí que, cuando fui elegido, un cardenal le dijo a otro sobre mí: ‘¡Esto será un desastre!’. El Señor dirá si he sido un desastre o no”.