Tal y como documenta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el año pasado fueron asesinados 77 líderes indígenas en América Latina. Este año, como en todos los anteriores, el panorama no es en absoluto más halagüeño, especialmente en la Amazonía, donde tantos hombres y mujeres pagan con su vida defender a sus territorios y pueblos frente a los intereses de las multinacionales extractivistas y mineras. Aunque el último asesinado ha causado un especial impacto internacional: el hondureño Juan López, quien, a sus 46 años, deja esposa y dos hijas.
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Hombre de profunda fe, este delegado de la Palabra de Dios, coordinador de la Pastoral Social de la Diócesis de Trujillo y miembro fundador de la Pastoral de Ecología Integral en Honduras, fue asesinado el pasado 14 de septiembre en Tocoa por unos sicarios. Estos aprovecharon para matarle el momento en el que salía de la Parroquia San Isidro Labrador tras participar en la eucaristía. Justo al entrar a su vehículo, fue tiroteado.
Denunció al alcalde
Como destaca la ONG jesuita Alboan, era pública y notoria la oposición de López al “proyecto minero” de la empresa Inversiones los Pinares, “de la familia Facussé, en el río Guapinol”. Conocido como “el ‘Monstruo de Siete Cabezas’”, se trata de “un megaproyecto que incluye dos minas de óxido de hierro construidas en espacio protegido, la termoeléctrica que menguará de manera dramática el caudal del río Guapinol y sus afluentes, una planta peletizadora y tres pozos de agua que resecarán la tierra”. Solo cinco días antes, en una conferencia de prensa, “había solicitado la dimisión del alcalde, Adán Funez”, quien, en junio, a través del Cabildo, “había organizado ilegalmente un pleno municipal del que surgió la aprobación de la termoeléctrica, rechazada por la mayoría del pueblo”.
En el ángelus del domingo 22, ante los fieles congregados en San Pedro, el papa Francisco mostró su “dolor” al saber que había sido “asesinado” este reconocido líder ambientalista y defensor de los derechos humanos. “Me uno al luto de esa Iglesia y a la condena de toda forma de violencia. Estoy cerca de quienes ven pisoteados sus derechos elementales y de quienes trabajan por el bien común en respuesta al clamor de los pobres y de la tierra”, añadió un conmovido Bergoglio.
Movilización en red
De este modo, el Pontífice se unió al pesar que ya habían mostrado días antes el CELAM y otras instituciones eclesiales, como la propia Diócesis de Trujillo, la Comisión Nacional de Ecología Integral de la Iglesia de Honduras, la REMAM o la Red Iglesias y Minería. En un comunicado conjunto, todas ellas condenaron “este crimen cometido en contra de un destacado y honesto defensor de la naturaleza y de su comunidad”.
Elevando a López a la categoría de “mártir ambientalista”, recalcaron que su “delito” fue “cuidar la casa común, defender la vida, el agua y la naturaleza, denunciando a los poderes políticos y económicos que pretendían destruir la montaña Carlos Escaleras y asesinar los ríos Guapinol y San Pedro. Por eso lo mataron. Nos queda su legado, su ejemplo de lucha, su compromiso cristiano de cuidar y defender a las comunidades y a la naturaleza”.
“Estrategia de terror e impunidad”
Lo que requiere “más amor, coraje, dolor e indignación, pero también con más determinación en estas luchas a favor de la vida”, pues este “no es un asesinato aislado”, sino que “forma parte de una estrategia de terror e impunidad de autoridades y empresas extractivistas para imponer sus políticas económicas de saqueo y destrucción de los territorios y de la naturaleza”.
En la misma línea fue la Conferencia Episcopal de Honduras, que, en otra nota firmada por su presidente, el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, repudió “enérgicamente” este “vil asesinato” y lamentó “la pérdida violenta de alguien a quien conocíamos bien, amábamos y respetábamos”, pues era “un hombre comprometido con la verdad, honesto y valiente”. Encarnarse en Laudato si’, trágicamente, le ha costado la vida.