Los jóvenes de la región pastoral del NEA recorrieron 72 kilómetros para participar de la 45° peregrinación que se realiza cada año al Santuario de Nuestra Señora de Itatí, patrona de Corrientes.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Durante este acto de fe y entusiasmo, los jóvenes se acercaron a la Madre para pedir por sus intenciones y en acción de gracias por los dones y favores recibidos, en compañía de algunos de sus obispos. Presidió la celebración central, el arzobispo correntino Andrés Stanovnik, quien elogió el lema en esta nueva edición: “Aferrados al amor de María, construyamos la fraternidad” porque el amor de María es fuerte, sólido, seguro.
Agregó que si bien llegaron con los pies cansados, están con el alma desbordada de alegría y de paz. Y agregó la cantidad de gestos de generosidad, entrega y sacrificio que experimentaron los jóvenes durante estas jornadas: caminando, sirviendo, animando, adorando Santísimo Sacramento, orando, recibiendo el sacramento de la Reconciliación.
Stanovnik aseguró que con el gesto de caminar, de perseverar en el camino, de ser solidarios expresa, simbólicamente, el peregrinaje que cada uno en lo cotidiano. Resaltó el testimonio de una periodista que al llegar al Santuario y subir al camarín de la Virgen sintió que veía todo de otra manera. “¡Qué hondo cala el amor a María! La presencia de nuestra Tierna Madre de Itatí provoca en nosotros el milagro de miramos unos a otros y descubrirnos hermanos unos de otros y juntos hijos”, afirmó.
Sin miedos
Con respecto al Evangelio escuchado, el arzobispo consideró que, también podemos entretenernos de manera superficial e inconsistente. Pero Jesús es provocativo cuando propone el criterio para medir la importancia de una persona: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y el servidor de todos”.
Por eso, repitió la necesidad de construir fraternidad aferrados al amor de María. Pedir la gracia de entender lo que Jesús pide, no tener miedo de ponerse al servicio. “¡Reconozcamos que nos cuesta una enormidad dar ese paso! Sin embargo, hoy hemos aprendido que vale la pena cualquier sacrificio que nos lleva a ser más fraternos. Fíjense en el hermoso y, a la vez, doloroso camino que hemos recorrido”. Ya no importan los pies doloridos, el cansancio, porque se ha alcanzado algo más grande y valioso: llegar todos juntos, ayudarse unos a otros a perseverar, más allá de los contratiempos.
Cree que el amor de María, como Madre y Maestra, nos toma de la mano y nos lleva al encuentro con Jesús. Hace amigable el sacrificio de abrazar esa cruz que nos toca; nos allana el camino de la Iglesia, donde aprendemos a escuchar a Jesús, a escucharnos entre nosotros, y a caminar juntos con todos para contarle a los demás que es hermoso tener fe y vivirla en comunidad.
Finalmente, sostuvo que así como Jesús es para María el gozo más inmenso, Ella quiere es compartir con cada uno el gozo que se siente al estar con él, para que lo sintamos así y “nos convirtamos en misioneros de la alegría, de la esperanza y del consuelo para los demás”.