El secretario general del Sínodo de los Obispos prologa un nuevo libro del franciscano italiano Fabio Nardelli
Se acerca la segunda sesión del Sínodo de la sinodalidad y se multiplican los estudios sobre esta realidad. Así el franciscano Fabio Nardelli ha publicado el libro ‘Un popolo missionario e sinodale. Il cammino della Chiesa nel Terzo Millennio’ (Un pueblo misionero y sinodal, el camino de la Iglesia en el Tercer Milenio), publicado por Cittadella Editrice en Italia, y con prólogo del cardenal secretario general del Sínodo de los Obispos, Mario Grech.
En dicho texto, distribuido por los medios vaticanos, destaca que “misión y sinodalidad no son la una sin la otra: se sostienen mutuamente, crecen de la mano y juntas contribuyen a delinear el camino de la Iglesia en el Tercer Milenio”. Y es que, reivindica Grech, sobre a quienes ven la sinodalidad como “una especie de repliegue de la Iglesia sobre sí misma y sobre sus mecanismos internos, en contradicción con las exigencias de esa conversión misionera a la que el tiempo actual llama a los creyentes de todo el mundo”, cuando realmente “el actual camino sinodal no es sino la continuación coherente del ‘sueño’ misionero que el papa Francisco” que consiste en una opción “capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se conviertan en cauce adecuado para la evangelización del mundo de hoy, y no para la autoconservación”.
“La reforma de las estructuras, que exige la conversión pastoral, sólo puede entenderse en este sentido: conseguir que todas ellas sean más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes de pastoral en constante actitud de ‘salida’ y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús ofrece su amistad”, detalla el cardenal. Y es que, añade “el objetivo del Sínodo es el de una Iglesia que, aprendiendo internamente un estilo más sinodal, sea ella misma una Iglesia capaz de un testimonio más creíble y de un compromiso misionero más eficaz en el mundo”.
Por ello, el secretario sitúa este sínodo como una “nueva etapa en la recepción del Concilio Vaticano II” en torno a tres elementos: