El Papa insta a Luxemburgo a seguir siendo una “casa acogedora” para todo el que llama a la puerta “pidiendo hospitalidad”

Francisco Luxemburgo

Seguir siendo “una casa acogedora para todo el que llame a vuestra puerta pidiendo ayuda y hospitalidad”. Este es el deseo que ha expresado el papa Francisco para Luxemburgo durante su encuentro con la comunidad católica en la catedral de Notre Dame, que ha tenido lugar este jueves durante su viaje apostólico a Luxemburgo y Bélgica.



“Quisiera encomendarles un aspecto que hoy es muy urgente: el de la acogida”, ha subrayado el Papa, ya que “el espíritu del Evangelio es espíritu de acogida, de apertura a todos, y no admite ningún tipo de exclusión”. Y es, además, “un deber de justicia, aún antes que de caridad, como ya dijo san Juan Pablo II cuando recordaba las raíces cristianas de la cultura europea”.

De esta manera, Francisco ha recordado que fue Juan Pablo II quien “animó a los jóvenes luxemburgueses a trazar el camino de ‘una Europa no sólo de bienes y mercancías, sino de valores, de hombres y de corazones’, en la que el Evangelio fuera compartido «en la palabra del anuncio y en los signos del amor”.

Francisco Luxemburgo

Francisco en la catedral de Notre Dame durante su viaje apostólico a Luxemburgo

Anunciar el Evangelio

“Esto nos lleva al segundo tema: la misión”, ha continuado el Papa, recordando que “la Iglesia, en una sociedad secularizada, progresa, madura, crece. No se repliega en sí misma, triste, resignada, resentida; sino que acepta el desafío, en fidelidad a los valores de siempre, de redescubrir y revalorizar de manera nueva los caminos de evangelización, pasando cada vez más de una simple propuesta de atención pastoral a una propuesta de anuncio misionero”.

Y, a fin de realizar esta misión, la Iglesia “está preparada para avanzar, por ejemplo, en el compartir responsabilidades y ministerios, caminando juntos como comunidad que anuncia y hace de la sinodalidad ‘un modo duradero de relacionarse’ entre sus miembros”.

“Más allá de cualquier dificultad”, ha aseverado, “este es el dinamismo vivo del Espíritu Santo que actúa en nosotros”. Y es que “el amor nos apremia a anunciar el Evangelio abriéndonos a los demás, y el desafío del anuncio nos hace crecer como comunidad, ayudándonos a vencer el miedo de emprender nuevos caminos, empujándonos a acoger con agradecimiento la aportación de los demás”.

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