Europa

Medjugorje: ¿981 ‘apariciones’?





Mientras la Santa Sede se pronunciaba el 19 de septiembre sobre el ‘fenómeno Medjugorje’, el engranaje del santuario no se detenía. El mismo día que se publicaba el dictamen vaticano, la mañana arrancaba con la misa en croata, a la que siguieron otras tantas eucaristías en diversos idiomas. La tarde se reservaba, como todos los jueves, para confesiones, rezo del rosario y adoración eucarística.



“Hoy nosotros también estamos especialmente agradecidos con Dios por esta maravillosa noticia del Vaticano, estamos agradecidos al papa Francisco por tener este pequeño lugar de gran fe en su corazón”, exponía en la homilía de la misa vespertina fray Zvonimir Pavicic, párroco de Medjugorje. Este es el discreto primer balance que realizaba el franciscano sobre el pronunciamiento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, mostrándose agradecido “a la Madre de Dios, la Reina de la Paz, que inició todo esto y lo guía todo”. “La Iglesia también se ha vuelto demasiado pequeña para la llamada de la Virgen, por lo que tuvimos que construir este altar exterior para que todos podamos caber y orar en comunión”, defendió el religioso en la celebración.

Ese mismo día, el obispo de Mostar-Duvanje, Petar Palic, firmaba el decreto que ratificaba el ‘nihil obstat’ de la Santa Sede, replicando el argumentario con las luces y sombras que especificaba Doctrina de la Fe. En el texto, autoriza la devoción a María Reina de la Paz “de manera prudente”, subrayando que “no implica la aprobación del carácter sobrenatural del fenómeno”, y concede libertad a los sacerdotes para “estar de acuerdo o en desacuerdo con esta propuesta espiritual”.

Silencio

Silencio, en cambio, de los supuestos videntes, destinatarios de las objeciones romanas. Ni una sola palabra ni aparición pública de Mirjana Dragicevic-Soldo, la única ‘en activo’.

Según ha podido contabilizar ‘Vida Nueva’, habría sido testigo hasta la fecha de 981 apariciones de la Reina de la Paz. En palabras de la propia Mirjana, la Virgen se dirigió a ella diariamente desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. Así se refiere al diálogo que –según ella– mantuvo con la Virgen aquel día de Navidad : “Me dijo que ese sería el último de los encuentros diarios, pero que me quería dejar un regalo, esto es, que durante toda mi vida, la podría ver el día de mi cumpleaños”: el 18 de marzo.

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