El papa Francisco ha cerrado prácticamente su visita apostólica a Bélgica con la celebración de la eucaristía en el Estadio Rey Balduino de Bruselas en una soleada mañana de domingo. Una cuidada celebración que ha comenzado pasada las 10 de la mañana en la que el pontífice ha realizado algunas partes de la misa en flamenco y en francés. Los ritos de la beatificación de la carmelita española Ana de Jesús, discípula directa de santa Teresa de Jesús y fundadora conventos de descalzas en Granada, Madrid, y luego en Francia y Bruselas abrió la misa ante los 35.000 fieles presentes en la instalación deportiva.
En la homilía, en italiano, el Papa alabó la “acción libre del Espíritu Santo” que extiende su don de profecía, según se muestra en las lecturas de la liturgia del día. En este sentido destacó que “todos, de hecho, con el bautismo, hemos recibido una misión en la Iglesia. Pero se trata de un don, no de un motivo de orgullo. La comunidad de los creyentes no es un círculo de privilegiados, es una familia de salvados, y nosotros no somos enviados a llevar el Evangelio al mundo por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios, por su misericordia y por la confianza que, más allá de todos nuestros límites y pecados, Él continúa poniendo en nosotros con amor de Padre, viendo en nosotros lo que nosotros mismos no alcanzamos a vislumbrar. Por esto nos llama, nos envía y nos acompaña pacientemente cada día”.
Para Francisco, “si queremos cooperar, con amor abierto y premuroso, a la acción libre del Espíritu sin ser motivo de escándalo, de obstáculo a nadie con nuestra presunción y rigidez, necesitamos realizar nuestra misión con humildad, gratitud y alegría. No debemos resentirnos, sino más bien alegrarnos de que también otros puedan hacer lo que nosotros hacemos, para que crezca el Reino de Dios y para reunirnos todos unidos, un día, en los brazos del Padre”.
Sobre la comunión, el pontífice alertó que “el único camino de la vida es el del don, del amor que une en el compartir. El camino del egoísmo genera sólo cerrazón, muros y obstáculos –“escándalos”, precisamente– encadenándonos a las cosas y alejándonos de Dios y de los hermanos”. Y es que denunció que “el egoísmo, como todo lo que impide la caridad, es “escandaloso” porque aplasta a los pequeños, humillando la dignidad de las personas y sofocando el clamor de los pobres”. Las lógicas del mercado, prosiguió, crean “un mundo en el que ya no hay espacio para quien está en dificultad, ni hay misericordia para quien se equivoca, ni compasión para quien sufre y no es capaz” como es el caso de “tantos indocumentados, son personas, hermanas y hermanos que como todos sueñan un futuro mejor para sí y para sus seres queridos, y en cambio a menudo no son escuchados y terminan siendo víctimas de la explotación”.
También destacó aquí la situación de los abusos en el seno de la Iglesia. “Pensamos en lo que ocurre cuando los pequeños son escandalizados, heridos, maltratados por quienes deberían cuidarlos, en las heridas de dolor e impotencia, en primer lugar en las víctimas, pero también en sus familias y en la comunidad. Con la mente y el corazón vuelvo a las historias de algunos de estos «pequeños» que conocí anteayer. Los escuché, sentí su sufrimiento como abusados y lo repito aquí: en la Iglesia hay lugar para todos, todos pero todos serán juzgados y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para encubrir el abuso, sentenció en medio del aplauso de los presentes”. Y prosiguió: “Pido a todos: ¡no encubráis los abusos! Pido a los obispos: ¡no encubran los abusos! Condenad a los abusadores y ayudadles a recuperarse de esta enfermedad del abuso. El mal no se puede ocultar: el mal hay que sacarlo a la luz, que se sepa, como han hecho algunos abusadores, y con valentía. Que se sepa. Y que se juzgue al maltratador. Que se juzgue al abusador, sea laico, laica, sacerdote u obispo: que se le juzgue”.
“El ‘clamor de los pobres’ no se puede ignorar, no se puede cancelar, como si fuese una nota desafinada en un concierto perfecto del mundo del bienestar, ni se pueden atenuar con alguna forma de asistencialismo de fachada”, reclamó el Papa. “No obstaculicemos la voz profética, silenciándola con nuestra indiferencia”, pidió Francisco. “Si queremos sembrar para el futuro, también en el ámbito social y económico, nos hará bien volver a poner como fundamento de nuestras decisiones el Evangelio de la misericordia. De otro modo, por más que aparezcan imponentes, los monumentos de nuestra opulencia serán siempre colosos con los pies de barro”, advirtió invitando a preguntarse sobre cómo vivir la limosna.
Como ejemplo de vivir en esta clave destacó a los santos belgas como santa Gúdula, patrona del país, san Guido de Anderlecht o Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos, así como sus misioneros. Y también la nueva beata Ana de Jesús que “estuvo entre las protagonistas, en la Iglesia de su tiempo, de un gran movimiento de reforma, tras las huellas de una ‘gigante del espíritu’ –Teresa de Jesús–, de la que difundió los ideales en España, en Francia y también aquí, en Bruselas, y en aquellos que entonces se llamaban los Países Bajos Españoles”. “En un tiempo marcado por escándalos dolorosos, dentro y fuera de la comunidad cristiana, ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, de trabajo y de caridad, supieron traer de nuevo a la fe a tantas personas, hasta el punto de que alguno definió su fundación en esta ciudad como un ‘imán espiritual’”, alabó.
Al final de la celebración el arzobispo de Malinas Bruseñas, Luc Terlinden, agradeció la visita de Francisco como “Pastor, hermano y amigo”. “Gracias por venir a reavivar la llama de la esperanza que nos viene de Jesús, que prometió estar siempre presente en su Iglesia”, añadió. “Gracias, querido Papa Francisco, por salir al encuentro de nuestros conciudadanos, de nuestros dirigentes y, en particular, de las personas en dificultad o profundamente heridas por los abusos”, destacó el también presidente de la Conferencia Episcopal.
El Papa tras el ángelus agradeció la presencia de las autoridades y “todos aquellos que, de múltiples maneras, colaboraron en la organización de esta visita; de modo especial a los ancianos y enfermos que han ofrecido sus plegarias”. Destacó que esta oración mariana “muy popular en las generaciones pasadas, merece redescubrirse”. También recordó que se celebra la Jornada Mundial de los Migrantes pidiendo a Europa que sea una oportunidad para crecer en fraternidad contemplando en rostro de Jesús en el migrante. Para Francisco es una síntesis del misterio cristiano, que la Iglesia el nos enseña a introducir en medio de nuestras ocupaciones cotidianas”. A todos invitó a rezar a María por la paz en el Líbano y su mensaje pidiendo un alto al fuego en la zona y también en Palestina e Israel, para quienes pidió la liberación de los rehenes y la ayuda humanitaria.
Concluyó anunciado que retomará la causa de beatificación del rey Balduino. Está previsto que tras la misa y el ángelus el Papa salude nuevamente a la Familia Real de Bélgica y a la Familia Real de Luxemburgo, antes de dirigirse a la base aérea de Melsbroek para la ceremonia de despedida de Bélgica.