Militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), comparte con ‘Vida Nueva’ lo vivido en el simposio por el décimo aniversario del primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Roma
Charo Castelló, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), participó en el Simposio ‘Plantando bandera frente a la deshumanización’, con el que el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral conmemoró el décimo aniversario del primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares con el papa Francisco. La española, que representaba en el evento al Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), comparte con Vida Nueva, ya desde casa, lo vivido en Roma.
PREGUNTA.- ¿Cómo acogió las palabras del Papa?
RESPUESTA.- Fue un discurso valiente que busca darnos orientaciones para vivir la Doctrina Social de la Iglesia. Es decir, trata de explicarnos lo que significa ser creyentes cristianos. En definitiva, el Papa nos ha compartido unas palabras que nos pueden ayudar a vivir mejor apostando por el bien común, por una sociedad más igualitaria y, sobre todo, a poner en el centro la dignidad de cada persona.
P.- Diez años después, ¿estamos más deshumanizados?
R.- En España ha habido determinadas propuestas políticas desde la pandemia que han permitido mejorar la situación, como el ingreso mínimo vital, los ERTE o bajar el IVA de algunos productos de primera necesidad, que ha permitido a muchas familias a llegar a fin de mes. Aunque no podemos olvidar que venimos de una situación de pobreza estructural. También a nivel internacional estamos en una situación social en la que existe mucho margen de mejora, pues como pone de manifiesto el reciente informe de Oxfam Intermón, el 1% más rico posee más riqueza que el 95% de la población mundial.
Ahora vivimos en una realidad en la que el empleo informal no para de aumentar y los precios de los alquileres están disparados, provocando que muchos jóvenes en España dediquen más de la mitad de su salario a pagar una vivienda. Y si esto pasa aquí, imaginémonos en los países del sur. Por otro lado, es preocupante las cifras de muertes en el trabajo.
También miramos hoy con tristeza los muros con los que recibimos a aquellas personas que salen de sus países para encontrar un futuro mejor o, para huir de la muerte segura, porque hay decenas de guerras activas en todo el mundo. Diez años después del primer encuentro con el Papa, y tras todos estos datos, podemos afirmar que hemos retrocedido en lo que a promoción de políticas sociales se refiere. Hoy, en muchos países hay gobiernos que están recortando derechos que provocan mucho sufrimiento humano.
P.- ¿La economía sigue matando?
R.- Hay cantidad de comunidades, de personas de buena voluntad, de cristianos muy cercanos a las realidades de los más vulnerables. Me preocupa que hoy haya líderes mundiales que abiertamente excluyan a los últimos sin ningún tipo de impunidad, moral ni ética. Me preocupan los discursos que, con mucha facilidad, circulan por redes sociales que buscan deshumanizar a los otros, pareciendo que solo tiene valor la vida y la dignidad de quienes más tienen. Hay grandes fuerzas económicas que bloquean la concepción del Estado, que debe ser el garante de la dignidad y del bien común, de que haya sociedades con futuro, con cultura y con formación.
A muchos da miedo la palabra ‘política’, pero solo desde las propuestas políticas podemos conseguir una buena convivencia y que todos vivamos dignamente. La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña que no hay política sin caridad. Por eso, huyamos de esos eslóganes que buscan poner en jaque a la persona humana hasta el nivel de descartar. Rompamos con la aporofobia, como ha acuñado la filósofa Adela Cortina, buscando tender puentes con todo aquel que tenga una ética humanista y que entienda que las sociedades se construyen desde la dignidad y la fraternidad.
P.- Algunos buscan hoy denostar el término ‘justicia social’. ¿Qué es la justicia social?
R.- Justicia social, como mínimo, sería la concreción de tres derechos: trabajo, techo y tierra.