“En estos días de escucha de la Palabra de Dios y de oración nos despojamos de toda nuestra resistencia a la voz del Espíritu Santo. Nos despojamos de planteamientos y esquemas que quizás ayer tuvieron sentido, pero que hoy se han convertido en un lastre para la misión y ponen en riesgo la credibilidad de la Iglesia”. Así se ha expresado el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, durante su saludo previo al retiro sinodal que tiene lugar en el Vaticano entre hoy y mañana.
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Para el purpurado maltés, “aunque venimos de varias Iglesias locales, todas con sus riquezas, todas con sus desafíos, todas comprometidas en renovarse y en encontrar nuevos caminos y un nuevo lenguaje para hablar de Jesús a los hombres y mujeres de hoy, estamos sentados juntos para preservar los bienes de la Iglesia mediante una herencia indivisible y compartida con todos, sin excluir a nadie”.
En este sentido, ha destacado que “el Sínodo solo puede ser una oración, una liturgia, en la que el actor principal no somos nosotros, sino el Espíritu Santo”.
María, mujer sinodal
En esta clave de oración, ha puesto a María como modelo. “Ella es también mujer sinodal porque con su vida nos enseña que la Iglesia no es obra de nuestras manos, sino obra de Dios: la Iglesia no es producto de nuestro hacer, de nuestro compromiso, es un organismo vivo que madura y crece de manera misteriosa en virtud de la gracia”, ha recalcado.
Y ha añadido: “María es una persona pobre del Señor, que sabe acoger todo de Él como don y gracia. En su concepción virginal vemos el signo más elocuente del primado de Dios en su vida y de su fecundidad. La Iglesia también es fructífera si sabe anteponer en ella la acción del Espíritu Santo”.
Por ello, ha pedido invocar juntos en este mes a la Virgen María “para que la Asamblea sinodal que hoy inicia su camino sea un Pentecostés renovado, para que el Evangelio de Jesús pueda seguir fertilizando la vida de toda la humanidad y podamos ser una Iglesia sinodal y misionera”.