“El horizonte de nuestra Asamblea es la Iglesia, pero el deseo es que el resultado de nuestro trabajo sobre las relaciones, los procesos, los lugares, pueda ser de ayuda para todos los hombres y contribuir a la construcción de un mundo más justo”. Así lo ha expresado hoy, durante la I Congregación General de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos , el cardenal secretario general de la Secretaría General del Sínodo, Mario Grech.
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Durante su alocución ha destacado que “muchos piensan que la finalidad del Sínodo es un cambio estructural en la Iglesia, es decir, la reforma. Esta es una preocupación, un deseo que recorre toda la Iglesia. Todos nosotros la deseamos, aunque no tengamos la misma idea de reforma ni de sus prioridades”. Pero “si el Espíritu Santo no tuviera la primacía en nuestro trabajo, la finalidad del Sínodo sería administrativa, jurídica o política, ¡no eclesial!”, ha advertido.
Para el purpurado maltés, “¡esta Asamblea es en sí misma un testimonio creíble! El hecho de que hombres y mujeres se hayan reunido de todas partes de la tierra para escuchar al Espíritu, escuchándose unos a otros, es un signo de contradicción para el mundo”.
Asimismo, ha destacado que “el Sínodo es esencialmente una escuela de discernimiento: es la Iglesia reunida junto a Pedro para discernir juntos”. “Una Iglesia sinodal es una propuesta para la sociedad de hoy: el discernimiento es fruto de un ejercicio maduro de la sinodalidad como estilo y como método. El discernimiento eclesial puede ser un desafío y un ejemplo para cualquier tipo de asamblea que deba encontrar en la escucha mutua de sus miembros la regla de oro para la búsqueda de la verdad y el bien común”, ha añadido.
Según ha señalado, “desde el inicio de este proceso sinodal, hemos reiterado que se fundamenta en esta verdad: el discernimiento eclesial, la escucha mutua para escuchar lo que el Espíritu dice a la Iglesia”.
Obispos sinodales
Por otro lado, ha dejado claro que “una Iglesia sinodal depende en gran medida de un obispo sinodal”. “Su tarea primera y fundamental es ser maestro y garante del discernimiento eclesial. Esta tarea se aplica, ante todo, en su Iglesia, donde ejerce su ministerio de guía. Pero no es menos relevante cuando lo ejerce junto con los otros obispos en los organismos que manifiestan los agrupamientos de Iglesias”, ha aseverado.
Por último, ha insistido en que “esta Asamblea no se concluye con una enunciación teórica o un Documento final, sino con la vida concreta de la Iglesia, una Iglesia que vive del Evangelio, que camina junta en la fuerza del Espíritu hacia el cumplimiento del Reino”.