“Cuidemos de no convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer, sino ofrezcámoslas como dones para compartir, dispuestos incluso a sacrificar lo que es particular, si ello puede servir para hacer surgir, juntos, algo nuevo según el plan de Dios. De lo contrario, acabaremos encerrándonos en diálogos entre sordos”. Así lo ha pedido el papa Francisco hoy durante su homilía de la misa de reapertura del Sínodo de la Sinodalidad, que ha querido centrar en tres imágenes: la voz, el refugio y el niño.
Sobre la voz, el Pontífice ha comenzado advirtiendo que “el Sínodo es un viaje en el que el Señor pone en nuestras manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran Pueblo de hermanas y hermanos esparcidos por el mundo, animados por nuestra misma fe, impulsados por el mismo deseo de santidad para que, con ellos y por ellos, tratemos de comprender qué camino seguir para llegar adonde Él quiere llevarnos”.
Y ha añadido: “Un camino es ciertamente el de acercarse con respeto y atención, en la oración y a la luz de la Palabra de Dios, a todas las aportaciones recopiladas a lo largo de estos tres años de intenso trabajo, de mutuo intercambio, de debates y de paciente esfuerzo de purificación de la mente y del corazón. Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”.
En relación con la imagen del refugio, Jorge Mario Bergoglio ha señalado que, “entre nosotros, hay muchas personas bien preparadas, capaces de elevarse a las alturas con movimientos vigorosos de reflexión y brillantes intuiciones. Todo esto es una riqueza que nos estimula, nos empuja, nos obliga con frecuencia a pensar más abiertamente y a avanzar con decisión; además, que nos ayuda a permanecer firmes en la fe. Pero es un don que debe armonizarse con la capacidad de relajar los músculos e inclinarse, para ofrecernos los unos a los otros como abrazo acogedor”.
“Todos, aquí, se sentirán libres de expresarse tanto más espontánea y libremente cuanto más perciban a su alrededor la presencia de amigos que los quieren y respetan, los aprecian y desean escuchar lo que tienen que decir”, ha aseverado.
Y “para nosotros esta no es solo una técnica para ‘facilitar’ el diálogo o una dinámica de comunicación de grupo, porque abrazar, proteger y cuidar forma parte, de hecho, de la naturaleza misma de la Iglesia, que es por su misma vocación lugar de acogida y encuentro”, ha subrayado.
Sobre la imagen del niño, el Papa ha explicado que “el Sínodo, dada su importancia, en cierto sentido nos pide ser ‘grandes’, porque las cuestiones a tratar son ‘grandes’ y delicadas, y los escenarios en que se sitúan son amplios, universales. Pero precisamente por eso, no podemos permitirnos apartar la mirada del niño, a quien Jesús sigue colocando en el centro de nuestras reuniones y mesas de trabajo, para recordarnos que la única manera de estar ‘a la altura’ de la tarea que se nos ha confiado es haciéndonos pequeños y acogiéndonos recíprocamente, con humildad”.
Antes de concluir, Francisco ha pedido al Señor “vivir los días venideros bajo el signo de la escucha, de la custodia recíproca y de la humildad, para escuchar la voz del Espíritu, para sentirnos acogidos y acoger con amor, y para no perder nunca de vista los ojos confiados, inocentes y sencillos de los pequeños, de los que queremos ser voz, y a través de los cuales el Señor continúa apelando a nuestra libertad y a nuestra necesidad de conversión”.
Asimismo, durante la alocución, el Pontífice ha anunciado que el 6 de octubre se irá a Santa María la Mayor para rezar el Santo Rosario por la paz y dirigir una súplica a la Virgen. Del mismo modo, al día siguiente, primer aniversario del ataque de Hamás contra Israel, ha convocado una jornada de ayuno y oración.