Luego de que este martes 1 de octubre Claudia Sheinbaum rindiera protesta como presidenta constitucional de México, comprometiéndose a continuar con el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador, el cardenal Felipe Arizmendi pidió a Dios que la inspire para que sea el bien común lo que la mueva, y encuentre otras formas más eficaces para la tan anhelada paz social, pues -dijo- en el sexenio anterior no todo fue exitoso ni benéfico para las mayorías.
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El obispo emérito de san Cristóbal de las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano, recordó que en el caso del ya ex presidente Andrés Manuel, “nos dijo a los obispos que era católico, pero a su manera; hacía alusiones a Jesucristo, cuando lo quería jalar hacia su opción política, pero no le hizo caso en muchas otras cosas”.
Por ejemplo -añadió- “Jesús nos enseña amar y perdonar, y en consecuencia no odiar, ni ofender y tratar de destruir a los que piensan diferente. Jesús nos ordena amar preferencialmente a los pobres, pero no usarlos en campañas políticas. Jesús nos indica no mentir; por tanto, no desvirtuar la realidad cada mañana”.
Ser científica no significa que no pueda creer en Dios
En este sentido, se refirió también a la religión que profesa la nueva presidenta de México, que tiene antecedentes familiares judíos, y aunque podrían suponer en ella los principios básicos de esa religión, “eso no aparece en ninguna parte de su vida”, dijo.
Explicó Arizmendi: “Se le considera científica y académica, no creyente, como si lo científico prescindiera de lo religioso; sin embargo, durante su campaña electoral, fue a visitar al papa Francisco, hizo una presentación de su proyecto ante el pleno del episcopado mexicano y aceptó firmar nuestra propuesta de construcción de la paz”.
Al respecto, el cardenal mexicano le pidió a Sheinbaum ser respetuosa con todas las opciones religiosas, “con apertura de mente y de corazón para aceptar la colaboración que nuestra religión aporta a la paz y a la justicia social”.
Los retos están claros
También le recordó a la presidenta entrante lo que el episcopado le ha pedido a la primera presidenta mujer en la historia de México; es decir, políticas públicas que garanticen la seguridad ciudadana, superen la pobreza y la desigualdad, y promuevan la unidad nacional y la concordia entre todos. “Nunca más el dominio del crimen organizado ni de la delincuencia en general”.
“Que Dios ilumine y fortalezca a nuestras nuevas autoridades, pero cada quien hagamos lo que podamos por mejorar nuestro entorno, y no esperemos que todo lo haga el gobierno”, concluyó el cardenal Felipe Arizmendi.