El salesiano Jean Paul Muller, ecónomo general de la congregación, heredó de un dehoniano hace 12 años el ser el representante diplomado del Gran Ducado de Luxemburgo, un país que no tiene un embajador estable, ante la Santa Sede. Por ello, a sus deberes como religioso une el formar parte del cuerpo diplomático. Muller confiesa a ‘Vida Nueva’ que ya están buscando sucesor, ya que terminará su labor en el consejo general de los salesianos en unos meses, aunque parece que el relevo no es fácil.



En este tiempo ha podido entablar relaciones directas con la Secretaría de Estado y con otros embajadores. Ha coronado ahora su encomienda con una visita papal en la que ha trabajado estos meses “fijando los temas de interés tanto para Francisco como para el Gobierno, como la secularización del país y la completa separación de la Iglesia de las instituciones públicas, como son las escuelas, o la fuerte presencia en los países del Benelux de las leyes sobre la eutanasia”.

En la preparación del viaje, también se dialogó sobre “la búsqueda de cómo evangelizar hoy en un mundo tan secularizado”. Algo que se puso de manifiesto en la implicación de un grupo de 120 jóvenes que prepararon la oración del Pontífice en la catedral. Ante lo que se felicita: “De repente, hemos visto que hay una forma nueva de expresar la fe junto a los demás viviendo la solidaridad, estudiando la Biblia, profundizando ‘Laudato si’’ y ‘Fratelli tutti’ y mostrando que es lo que los chicos viven y les hace felices”.

Con ventaja

El Papa llegó, según él, con los deberes hechos a Luxemburgo, ya que, como bromea, tiene información de primera mano del cardenal Jean-Claude Hollerich, “que juega en su equipo”. A la vez, destaca que esta visita, que surgió como “apéndice a la de Bélgica, ha servido para que Francisco respalde el esfuerzo de la Iglesia de abrirse al mundo”. Como balance, percibe que “se ha sentido muy a gusto desde el principio”, y “no solo porque haya salido a una cafetería, sino porque la Familia Real, las autoridades, los militares que le esperaban bajo la lluvia, la sociedad, todos estaban orgullosos de la visita de un Papa –y no solo de un jefe de Estado– que es referente en todo el mundo”.

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